La ultraderecha británica se beneficia en los municipios de los errores del Gobierno de Blair
La Vanguardia, 02-05-2006. – Los neofascistas xenófobos británicos del BNP, partido que lidera Nick Griffin, se han encontrado con el mejor regalo posible de cara a las elecciones municipales de esta semana: la escandalosa revelación de que el Gobierno, detrás de sus ladridos en materia de inmigración, asilo y delincuencia, es un perro poco mordedor que ha puesto en libertad a más de un millar de presos de otros países tras cumplir sentencia, en vez de tramitar su deportación.
>
La conexión entre criminalidad y extranjería es uno de los bulos que fomentan los candidatos del BNP (British National Party) en la prensa local y en su agresiva campaña puerta a puerta por los barrios del East End de Londres, entre los blancos de clase trabajadora, con sueldos bajos, parados o dependientes del Estado. Y es que nada alimenta el racismo tanto como la escasez económica y la competición por los favores del Gobierno.
>
“No tengo nada contra la gente de otras razas y religiones, excepto cuando empiezan a arrebatarnos nuestros trabajos y consiguen las mejores viviendas de protección oficial del barrio, saltándose la cola y por delante de familias nativas que llevan años esperando”, explica un cliente habitual del Britannia, un pub patriótico decorado ya con las banderas blancas y rojas de san Jorge para apoyar a Inglaterra en el Mundial de fútbol.
>
Es un tema recurrente en las tertulias del Britannia, el Volunteer, el Victoria o cualquiera de los locales de Barking frecuentados casi exclusivamente por blancos, donde un negro o un musulmán reciben las mismas miradas hostiles que los forasteros de los salones del Oeste americano. Estos locales son el territorio favorito de los predicadores del BNP para repartir panfletos y propagar su mensaje de odio racial, con frecuencia alimentado por bulos. Uno de los que han cuajado es que el viejo edificio de la Universidad del Este de Londres va a ser convertido en pisos gratuitos para asilados políticos africanos y asiáticos.
>
La diputada laborista Margaret Hodge hizo saltar la liebre sobre los avances del BNP en la circunscripción obrera de Barking y Debenham al proclamar que ocho de cada diez residentes consideran seriamente la posibilidad de votar a los neofascistas en las elecciones del jueves, irritados por el supuesto favoritismo que reciben del Estado (créditos para la compra de viviendas, clases gratis de conducir y de inglés, teléfonos móviles libres de pago, transporte gratuito en autobús al trabajo…). El partido, en realidad, tiene muchísima menos fuerza que el Frente Nacional de Le Pen y sus equivalentes en otros países europeos, con una influencia circunscrita a las elecciones municipales, y a determinadas zonas urbanas en decadencia de Inglaterra.
>
De todas maneras, cualquier avance del BNP preocupa sobremanera a la clase política de un país cuya identidad contemporánea se forjó no en la lucha contra el comunismo (como en EE. UU.), sino contra el fascismo de Hitler, y que pagó un precio muy alto por ello. La ultraderecha presenta en los comicios del jueves un récord de 359 candidatos a concejal, en ayuntamientos como Birmingham, Leeds, Sunderland y Wakefield, todos ellos focos de tensión entre blancos de clase trabajadora e inmigrantes . “Me considero una persona razonable – dice el candidato del BNP por Stoke, Neil Walker – , pero es evidente que el país estaría mucho mejor si no hubiera musulmanes, y soy de la opinión de que los matrimonios mixtos diluyen los genes y son malos tanto para ellos como para nosotros”.
>
Aunque en el conjunto del país el voto ultra es insignificante – y el sistema electoral mayoritario de listas abiertas lo minimiza aún más – , en algunas circunscripciones llegó a obtener casi el cincuenta por ciento de los votos en las últimas elecciones. El jueves aspira a mejorar su actual cuota de veinte concejales y llegar tal vez incluso a los treinta, lo cual desataría las señales de alarma. Los tories,para crédito de su nuevo líder, David Cameron, no han jugado la carta de la inmigración en la campaña electoral. Pero Blair, obsesionado por el voto fluctuante de los blancos de clase trabajadora, ha proclamado a bombo y platillo su ensalada habitual de medidas de ley y orden (carnet de identidad obligatorio, multas in situ por comportamiento incívico, detenciones sin presentar cargos…), y ha prometido que perseguirá a los delincuentes hasta debajo de las piedras. Pero una cosa son las declaraciones de cara a la galería y otra la minucia de la burocracia, y mientras tanto el Ministerio del Interior dejaba en la calle a convictos susceptibles de ser deportados, que en algunos casos han vuelto a delinquir. El mejor regalo imaginable para el BNP.
>
(Puede haber caducado)