PRIMERO DE MAYO / Los protagonistas / INMIGRACION
«Tengo papeles y trabajo, ahora soy respetado»
El Mundo, 02-05-2006El proceso de regularización de inmigrantes ha cambiado la vida de muchas personas. Así lo refleja la historia de Gunnar Crespo, un boliviano que cuando llegó a España no pudo dedicarse a lo suyo, en lo que trabajaba en su país, ni más ni menos, que a la tramitación de visados. El se considera un privilegiado frente a otros inmigrantes que llegan en peores condiciones que las suyas, sin conocer el idioma, sin amigos. Ha encontrado novia y un buen empleo y dice que es feliz.
MADRID. – Gunnar Crespo, un boliviano de 39 años, llegó a Madrid en enero de 2004, como dice él, en «busca de oportunidades».Su caso se escapa de la imagen recurrente del inmigrante que accede a las costas españolas en una patera y acaba trabajando en un invernadero de Almería. El, de hecho, tenía algún familiar en España cuando llegó, pero no por eso las dificultades para encontrar un trabajo sin tener papeles resultaron pocas. En su país estudió Comercio Exterior y, caprichoso destino, durante años trabajó en la Dirección General de Extranjería del Gobierno de Bolivia. «Yo era el que daba las visas allí en mi país», dice esbozando media sonrisa.
«Cuando llegué aquí tuve que arreglármelas como pude y conseguí varios trabajos, desde labores de mantenimiento de aire acondicionado a pintor o conserje. De todo. En una de las empresas en las que trabajé, el empleador decidió no pagarme y, como no tenía papeles, no pude hacer nada. En el último sitio en el que trabajé antes de la regularización fue en una empresa de seguridad, que me despidió 15 días antes de que comenzara el proceso».
Cuando recuerda aquellos momentos se le vienen a la boca dos palabras: «Momentos difíciles». «Cuando uno no tiene tarjeta de residencia se cierran muchas puertas. Uno puede tener capacidades, pero si no tiene papeles, no las puedes desarrollar, así que hay que buscar otro tipo de empleos. Y no era fácil. Los empleos que conseguí fueron siempre a través de personas que yo conocía aquí y que ellos, a su vez, conocían a otras personas que aceptaban contratarte.
Ahora las cosas son muy distintas, le va bien y es feliz en España.«Ya sabes, uno se enamora», dice encogiendo un poco los hombros».
Ahora, asegura con un punto de orgullo, que sí puede utilizar sus «capacidades». De hecho, una vez obtenidos los papeles encontró trabajo en una empresa que se dedica al comercio exterior, concretamente, a poner en marcha plantas de productos relacionados con la agricultura y la ganadería fundamentalmente en países de la Europa del Este.
Su cometido en Building Plant, así es como se llama su nuevo centro de trabajo es, precisamente, facilitar los visados necesarios a los ingenieros o directivos que tienen que viajar desde España a los países donde se ponen en marcha las nuevas plantas de trabajo.«Ahora estamos trabajando en Rusia, levantando fábricas de cerdos, de piensos y yo soy el que se encarga de los trámites de permisos y visas. Son las cosas que tiene la vida».
«Tengo trabajo, tengo contrato, soy respetado en la empresa, trabajo de lunes a viernes. El viernes sólo hasta el mediodía, por lo que también dispongo de tiempo para disfrutar de los amigos y de la familia. Una persona normal, con sus derechos, una situación que parece muy común pero a la que resulta imposible acceder si no cuentas con papeles. Así es», subraya mientras expira satisfecho.
«En mi caso», precisa, «la diferencia entre el 1º de mayo del pasado año y el de éste es abismal. Quisiera aprovechar la oportunidad que me dan ustedes para valorar la iniciativa del Gobierno del señor Rodríguez Zapatero de regularizar a los inmigrantes que ya estábamos trabajando en España. Si en mi caso, con una preparación y familia en España, esa iniciativa ha sido decisiva, supongo que en el de otras muchas personas sin contactos, sin estudios, sin conocer el idioma lo habrá sido todavía más. Lo cierto es que siempre le estaré agradecido a este Gobierno por eso. Siempre lo estaré», concluye.
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