La marcha racista lleva su mensaje de odio a las puertas de la Casa Blanca

El presidente Trump vuelve a navegar aguas tibias al no condenar expresamente a los supremacistas blancos

El Periodico, , 12-08-2018

El 12 de agosto del año pasado Charlottesville (Virginia) se convirtió en el triste epicentro del racismo en Estados Unidos, con manifestaciones organizadas por supremacistas blancos vinculados al Ku Klux Klan y los neonazis y un atropello múltiple cometido por uno de ellos que mató a una mujer de 32 años que participaba en contramanifestaciones. Justo un año después de aquel grave estallido de violencia racial, y aunque debilitados por enfrentamientos internos, los ultras han llevado su mensaje de odio hasta Washington DC y, en concreto, a las puertas de la Casa Blanca. Les han dado respuesta numerosas contramanifestaciones, más numerosas. Y de nuevo siguen esperando quienes piden al presidente, Donald Trump, una condena contundente de los grupúsculos racistas que se han envalentonado desde que él entró en política.

Las autoridades de la capital han preparado un fuerte dispositivo de seguridad para intentar evitar altercados entre los ultras, que tenían permiso para una manifestación de 400 personas en Lafayette Square prevista a partir de las 17.30 hora local, y los miles de contramanifestantes de distintos grupos de activismo progresista, de Black Lives Matter a ANSWER, que obtuvieron también permisos para distintas localizaciones. Y la jornada ha arrancado con un gran despliegue de agentes, calles cerradas y medidas extraordinarias, como la prohibición de llevar armas de fuego incluso si se tiene licencia.

Desde primera hora han sido más visibles los contramanifestantes, una tónica que se anticipaba para toda la jornada. Y es que está en cuestión el poder de convocatoria de los ultras, sacudidos por divisiones internas, batallas legales y la creciente presión de los activistas contra el racismo, de izquierda y antifascistas.

Tras la marcha de este domingo en DC, bautizada como “Unir la derecha 2” está Jason Kessler, que ya participó el año pasado en la organización de la de Charlottesville, una ciudad que le negó el permiso para volver este año, y uno de los oradores previstos para su acto era David Duke, exlíder del KKK. Otras voces de ultraderecha, no obstante, habían desaconsejado a sus seguidores participar en la manifestación la capital, que líderes neonazis como Andrew Anglin consideran un error estratégico.

Aunque Trump no está en Washington sino en su club de golf de Bedminster (Nueva Jersey), es también el foco de protestas de muchos contramanifestantes. Y pese a que esta vez no ha ido tan lejos como el año pasado, cuando atribuyó la violencia de Charlottesville a “ambos bandos” y aseguró que había “buena gente” entre los supremacistas, el sábado volvió a navegar en la tibieza con un tuit en el que condenaba genéricamente “todos los tipos de racismo y actos de violencia”.

The riots in Charlottesville a year ago resulted in senseless death and division. We must come together as a nation. I condemn all types of racism and acts of violence. Peace to ALL Americans!

Su hija Ivanka, asesora en la Casa Blanca, sí colgó un mensaje diciendo expresamente que “supremacía blanca, racismo y neonazismo no tienen cabida” en EEUU.

2:3 While Americans are blessed to live in a nation that protects liberty, freedom of speech and diversity of opinion, there is no place for white supremacy, racism and neo – nazism in our great country.

El mensaje del presidente en la red social, además, llegaba en una semana en que ha vuelto a cargar su discurso de tintes racistas. Ha cuestionado, por ejemplo, la inteligencia del jugador de la NBA LeBron James y de un presentador de CNN, ambos negros; ha resucitado sus críticas a los jugadores de fútbol americano (en su mayoría negros) que protestan durante el himno la brutalidad policial y, según una información de ‘Politico’, descalificó a los estudiantes chinos en EEUU diciendo que “casi todos son espías”.

Trump, según algunos análisis, puede estar dirigiéndose a la parte de sus votantes blancos que sienten que sufren discriminación igual o peor que la que padecen minorías raciales, un elevado porcentaje según distintos sondeos. Pero lo cierto es que bajo su presidencia se ha disparado la sensación de que las tensiones raciales han empeorado. En una encuesta de Reuters/Ipsos para el aniversario de Charlottesville el 57% ve degradadas las relaciones raciales, frente a solo un 15% que cree que han mejorado. En otro sondeo de junio de la Universidad Quinnipiac, el 55% opinó que Trump “ha envalentonado a gente con pensamientos racistas a expresarlos públicamente”.

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