Transición, del fenómeno de la emigración al de la inmigración
ABC, 27-04-2006
TEXTOS: ELENA PÉREZ RODRÍGUEZ – SOMOZA
SANTIAGO. ¿Y qué se puede decir cuándo se ha sido desde antaño una Comunidad de emigrantes?. Las políticas para los gallegos de la diáspora se han hecho imprescindibles en los últimos tiempos, y buena prueba de ello son las múltiples iniciativas puestas en marcha por Emigración. Pero así como este fenómeno no nos es ajeno tampoco lo es, a día de hoy, el de la inmigración. Acostumbradas las costas españolas a recibir pateras casi a diario, lo cierto es que este movimiento también presenta su cara más dulce.
Lejos de la incontrolable entrada de inmigrantes ilegales por las fronteras, la variedad de culturas es lo que aporta la verdadera riqueza a un país. Conocer tradiciones y costumbres distintas a las que se está habituado, y hacer un esfuerzo por convivir con ellas y aprender a respetarlas, se ha convertido en el pan nuestro de cada día.
Actualmente España asiste a un proceso de cambio demográfico de carácter estructural que afecta a toda la sociedad. ¿Y quién ha dicho que la convivencia sea fácil?. A pesar de aportar un nutriente cultural de calado social, es inevitable que con esta realidad demográfica se produzcan brechas.
Ahora el objetivo es claro: «Lograr una convivencia armónica que convierta el asimilacionismo tradicional en una integración respetuosa con los derechos de los inmigrantes». Todo ello sin olvidar el gran reto que ello conlleva.
La Unión Europea es, actualmente,la principal área regional receptora de extranjeros y, en su seno, España se ha convertido en protagonista de este fenómeno migratorio, cuyos ciudadanos se han visto sorprendidos por la llegada masiva de inmigrantes. No obstante, conscientes de la dificultad que entraña esta convivencia, no hay que olvidar que el verdadero escollo se lo encuentran los que deciden trasladar su residencia de un lugar a otro, especialmente, desde los países en vías de desarrollo hacia los que son desarrollados.
Aspectos positivos
Una vez inmersos en este proceso de integración la postura más adecuada sería, sin duda, la de buscar los aspectos positivos que ello conlleva. Así, la contribución de los inmigrantes a las sociedades de acogida aporta desde un punto de vista global, no sólo un enriquecimiento intercultural y de mestizaje, sino una contención del envejecimiento demográfico, un repunte en la natalidad y una población más diversa en otros beneficios.
En el caso concreto de Galicia todos estos factores se han visto reflejados en los datos correspondientes a 2005, en dos de sus aspectos más importantes, un aumento de población y sus efectos sobre el mercado de trabajo y el sistema de protección social.
El total de extranjeros empadronados en la Comunidad gallega a 1 de enero del pasado ejercicio, según los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística, ascendió a 69.363, de los que 33.180 son hombres y 36.183 mujeres. Atendiendo a los datos por provincias, Pontevedra fue el destino preferente acogiendo a 27.235 de los inmigrantes totales, seguida por La Coruña con 23.855, Orense con 11.343 y, finalmente, Lugo con 6.930.
Haciendo un análisis más amplio sobre el asentamiento de esta población en Galicia desde el año 2000 hasta la actualidad se desprende un aumento considerable de los inmigrantes que eligen la región gallega como nuevo lugar de residencia. En suma, durante este período de cinco años el número de inscritos paso de 25.602 a los 69.363 actuales, lo que provocó un repunte de la población total establecida en 2.762.198 ciudadanos en 2005.
A raíz de estas cifras se puede concluir que el número de empadronados aumentó considerablemente en los últimos cinco años, llegando casi a triplicarse, con 43.761 nuevos adscritos, contribuyendo, en cierta medida, a paliar el estancamiento demográfico de la Comunidad que, a pesar de tener índices natalidad negativos, vio como se sostenía el crecimiento poblacional, si bien poco significativo.
Por otro lado, según los últimos datos del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, con fecha de 31 de diciembre de 2005, el número de titulares de una tarjeta o autorización de residencia en vigor en Galicia ascendió a 55.091, por lo que la cifra respecto al año 2000 llegó a duplicarse.
Seguridad Social
Asimismo, el departamento estatal constató que la aportación de los inmigrantes al Sistema de la Seguridad Social se situó alrededor de los 1.350 millones en el año 2006, a través de las cotizaciones de estos trabajadores. Esta cifra duplica los registros del ejercicio anterior, en el que se contabilizaron 750 millones.
En este contexto, y según apuntó su titular, Jesús Caldera, el sistema público de pensiones goza en la actualidad de buena salud financiera, «con un superávit previsto hasta 2015, favorecido por el aporte de la inmigración».
En resumen, se trata de un proceso de doble dirección que implica a las dos partes, y que requiere el cumplimiento de una condición simple, la igualdad. Exige reconocer como sujetos a los dos partes y no juzgar a los inmigrantes con la lógica del beneficio.
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