Leer no salva

La Voz de Galicia, 25-04-2006

HACE DOS días celebrábamos a Cervantes y a Shakespeare. En todo el mundo, la gente se reunió para leer un libro, para anunciar que la cultura nos hace libres. En Albuquerque, donde los recientes acontecimientos políticos se viven con cierta rabia (recuerden que estamos muy cerca de la frontera con México. Recuerden que la mayoría de la población de Nuevo México es hispana – chicana, manita, mexicana o española – y que quien más o quien menos todos tenemos amigos o parientes sin papeles), la celebración del libro se ha mezclado con las reivindicaciones sociales. «Leer nos salvará», dice la gente. «El que lee no mata. La cultura nos coloca en el mundo, nos hace pensar antes de que otros piensen por nosotros».

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Yo, que soy más pesimista, me callé mis pensamientos más negros: ni la cultura, ni la palabra son antídoto de nada. El mal no se cura. Forma parte del ser humano y crece con él y se transforma. Alguien dijo: «Los grandes dictadores, los genocidas no leían». Y yo pensé que – desgraciadamente o afortunadamente para ellos – , muchos sí.

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De vuelta a casa, en medio de la oscuridad palmaria que desprende Río Grande, yo iba pensando que hasta la cultura del mal es cultura. Por eso no todos los guapos son buenos. Por eso la belleza y la verdad no van unidas como quería Platón con aquel afán suyo de ordenarlo todo. Y quizás esté bien así. Como está bien que la vida sea breve y que las flores se peleen con la cizaña en las cunetas de la interestatal 64.

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