EL PRIMER BIENIO ZAPATERO

La Vanguardia, 23-04-2006

Acaba de cumplirse el primer bienio del gobierno que, como consecuencia del resultado de las elecciones generales celebradas el 4 de marzo de 2004, puso fin a los llamados “ocho años gloriosos” que responden a los dos períodos presidenciales regidos por José María Aznar López; el primero con la mayoría precaria (la dulce victoria) y el segundo con el fuerte aliento de la mayoría absoluta (183, 183, 183…) que musitaba el precoz Aznar Botella – según cuenta su progenitora – refiriéndose al número de diputados obtenidos por el PP.
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En realidad, se ha examinado la derrota – la del PP de Aznar – sin tener en cuenta que ocho años antes el mismo líder pepero había fijado precisamente en ocho años su disfrute de poder. Por tanto a cada uno lo suyo. Pero, créanme, siempre será un misterio y un misterio insondable adivinar qué habría sucedido de no mediar la promesa susodicha.
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Hoy, la tarea que nos incumbe es muy otra: se trata de analizar el contenido y expectativas de este primer bienio, un período que cabe imputar al gobierno de España, presidido por José Luis Rodríguez Zapatero. Y, sinceramente, resulta indispensable reseñar la primera de las decisiones adoptadas por el presidente del gobierno. Y ésta no es otra que la retirada inmediata de las tropas españolas en Iraq. Una retirada que no ha dejado de tener efectos – negativos, si se quiere – desde las alturas en las que se aloja asentado en una pretendida lucidez el presidente de los Estados Unidos, George W. Bush. En el interior de España la decisión fue generalmente bien recibida.
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Y la lista de países que han seguido hoy sí y mañana también la decisión española es inacabable. Incluso un país mimado por Bush – al cavaliere me refiero – verá como el triunfador Romano Prodi se dispone a hacer lo mismo. Son cada vez menos los países que quieren ser socios del desastre americano. Y hoy por lo menos los economistas que saben algo del tema respiran hondo porque nuestros soldados no están respirando, como quería Federico Trillo “los aires de un ambiente hortofrutícula”. Y si he de tomar el comentario con el humor que supone dejar de ser costalero,estimado don Federico, y conmigo muchos españoles, debo decirle que donde ciertamente no reina un clima hortofrutícola es en la isla de Perejil. ¡Ya ve lo que son las cosas!
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La economía nacional
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Pasando al registro generalmente aceptado del rendimiento de la economía nacional (producto interior bruto, o más brevemente PIB), los datos relativos al crecimiento del susodicho PIB indican, contra los pesimistas augurios del laboratorio del PP, que estamos de nuevo en la ola, en la verdadera cresta que sitúa el ritmo de crecimiento de la economía española en casi el doble del que registran los demás países de la Unión Europea.

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Nadie niega que el desbordamiento de los precios del petróleo, la tensión inflacionista y el hasta ahora colosal déficit del comercio exterior pueden arañar puntos de crecimiento. El problema del petróleo es general y espero que no se incurra en el error de cálculo de hace dos años. Y este incremento, no lo duden, es el culpable en buena parte del enorme déficit del comercio exterior, pero contamos con medios para remediar el problema.

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En el balance del bienio de Zapatero destaca con luz propia la mejor ley de inmigración que cabía imaginar. Es éste el momento de resaltar la habilidad y tenacidad del ministro Jesús Caldera. Conviene recordar lo que se ha logrado con la política del ministro citado incorporando inmigrantes a la vida laboral y a la seguridad social.

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Cuando se diseña el próximo bienio – que vendrá – junto a leyes que han ampliado la libertad de los ciudadanos, el que suscribe deposita su más amplia esperanza en la ley de Dependencia. Junto a esta esperanza, comprendan que la suerte de las tres clases de opas no baste para invertir el signo del futuro ni mermar una creencia que no tiene por que refugiarse como en 1996 en el “España va bien”. Yo digo: ¡pues qué se creían ustedes!

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