El deseo de una nigeriana internada en un campo en Sicilia: "Sueño con quedarme en Italia"

Los internos del campo Cara de Mineo esperan el lento trámite de sus solicitudes de asilo

El Mundo, OLGA R. SANMARTÍN , 29-06-2018

Happy Gbinigle ha sacado a pasear a su hija Samira, de ocho meses, por los alrededores del Centro de Acogida de Solicitantes de Asilo de la localidad siciliana de Mineo, a unos 50 kilómetros de Catania. No hay un pedazo de sombra en este lugar ubicado en mitad de la nada rodeado por plantaciones de trigo abrasadas por el sol. Happy empuja el carrito de la pequeña bordeando las alambradas y pasa sin detenerse junto a un carro armado del Ejército italiano. La niña llora y Happy explica a EL MUNDO sus planes más inmediatos. “Alimentaré a Samira y me pasaré durmiendo toda la tarde”, cuenta con desgana. No hay gran cosa que hacer en el Cara de Mineo, uno de los campos de refugiados más grandes de la UE. Sus habitantes van y vienen de Catania en taxis ilegales, a modo de ‘cundas’. Apenas hay transporte público que comunique las fantasmagóricas instalaciones que hasta 2010 pertenecían a la Marina de EEUU y que en 2011 recuperó el Gobierno de Berlusconi para dar atención a las personas que entran de forma irregular en Italia mientras se tramita su solicitud de protección internacional. El conjunto está formado por 400 pequeñas casas prefabricadas con capacidad para 3.000 personas, todas ellas idénticas con su ordenado tejado a dos aguas y el parterre de césped junto al porche. Una especie de inquietante ‘show’ de Truman, pues tratan de dar una imagen de tranquilidad y normalidad que a todas luces no existe.Happy, pese a su nombre, muestra la mirada más triste del mundo cuando cuenta que llegó a Italia por mar en 2016, una travesía clandestina desde Libia. Venía huyendo de un padre que quería matarla y del recuerdo de una madre que la entregó a otra familia al nacer. Su lancha naufragó y, cuando estaban a punto de hundirse, fue rescatada. “Yo estaba muy enferma y ya hice el viaje muy enferma. Sólo recuerdo que la barca se hundía y que me desperté en el hospital de Catania. Pasé cinco días en coma. No recuerdo nada más del viaje”, explica en inglés esta nigeriana de 20 años mientras sujeta a su hija Samira en brazos.El bebé nació en el mismo campo de refugiados. El marido de Happy procede de Ghana y ahora se encuentra en Palermo, trabajando en una granja “con contrato”, precisa la joven porque ya le han concedido el asilo y tiene en regla todos sus papeles. “¿Que por qué no me he ido con él? Porque mi solicitud ha sido denegada… Yo lo sigo intentando con los abogados, pero es muy difícil trabajar sin tener los documentos. Voy a quedarme aquí con mi hija hasta que los consiga”. El Cara de Mineo es un centro abierto. Los internos pueden entrar y salir y se les da asistencia básica mientras esperan su solicitud de asilo, que puede durar varios meses, después de haber pasado por los centros de primera recepción, también llamados ‘hotspots’. Este periódico pidió autorización a las autoridades italianas para conocer las instalaciones por dentro, pero se le denegó la entrada. En la puerta se encuentra con Happy, que pasea a su bebé para matar el tiempo. “Hay poco que hacer aquí… los jueves no tengo colegio… Es que estoy aprendiendo italiano… Me gustaría ser peluquera”. Mientras en Bruselas se debate el futuro de las políticas migratorias de la UE y en Marruecos los ministros españoles de Interior y Exteriores tratan de ponerle freno a la oleada de pateras que ha duplicado las cifras, las llegadas a Italia han descendido un 78%. Prácticamente no se ven inmigrantes por las calles de Catania, más allá de los que van y vienen del Cara de Mineo, esperando a que se resuelva su solicitud. Happy explica que las instalaciones no están mal y que los responsables del centro “hacen lo que pueden”, pero reconoce que se aburre. La pequeña Samira tiene, eso sí, otros bebés con los que jugar. Por ejemplo, Mercy, la niña nigeriana nacida en el ‘Aquarius’ cuya historia inspiró la canción francesa de este año en Eurovisión. Happy conoce a la madre, Taiwoo, pero dice que no tiene amigas en Cara de Mineo. “Mi marido me ha aconsejado que vaya a lo mío porque a veces se producen peleas y hay muchos problemas. Pero estoy contenta por la madre de Mercy, porque le han dado los documentos y están tratando de conseguirle una casa”.En 2015, el Gobierno italiano estuvo a punto de cerrar el Cara de Mineo por denuncias de prostitución, criminalidad y vinculación con la mafia. El equipo directivo fue cambiado y desde entonces las cosas funcionan mejor. “El problema es que es un centro para 3.000 personas en un sitio muy aislado”, explica Giulio Cocchini, de la ONG Save the Children, “e incluso aunque las personas puedan ir al colegio y dar clases de italiano, la realidad es que es muy difícil integrarse y la mayor parte del tiempo no hacen nada”.“Italia es un país muy bueno”, sostiene Happy. “Sueño con quedarme aquí y tener más hijos, pero, si no trabajo, no puedo darle los cuidados que necesitan”.

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