El Magreb: la unidad bloqueada

La Vanguardia, 21-04-2006

Por qué Marruecos sólo importa el 5% de su energía de Argelia? ¿Por qué Marruecos apenas está presente en los mercados tunecinos de productos en los que tiene ventaja comparativa, como la pesca, que Túnez importa de Italia? ¿Por qué Argelia compra la mayor parte de sus textiles en España, Turquía o China, despreciando la industria tunecina y marroquí, y el 40% de sus importaciones agroalimentarias vienen de España y Francia? Éste es el panorama del Magreb que impide que los cinco países de la región unan intereses y esfuerzos para poder crecer y desarrollarse.
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El eje que domina esta segregación de los países de la zona es la relación política bilateral entre Argelia y Marruecos. El contencioso sobre el Sahara Occidental enfrenta desde 1974 a ambas naciones y dificulta todo acercamiento, que tanto desde el exterior como del resto de socios de la Unión del Magreb Árabe (UMA), en especial desde Túnez, se intenta propiciar.
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En 1994, durante la guerra civil argelina, un atentado en el hotel Atlas de Marrakech provocó un nuevo enfrentamiento diplomático que se saldó con el cierre de la frontera terrestre entre la ciudad marroquí de Uxda, y la argelina Maghnia. “La integración magrebí es una condición necesaria para su despegue económico (…) Sin embargo, la UMA languidece desde su creación en 1989 y acumula fracaso tras fracaso y ni siquiera ha sido capaz de superar el cierre de la frontera entre Argelia y Marruecos, que lleva 22 de los 42 años de independencia de Argelia sin actividad oficial”, señala el analista Iván Martín. Las cifras no dejan lugar a dudas: el 63% de los intercambios comerciales de los países del Magreb se realizan con la UE, el 19% con EE. UU. y Canadá y sólo el 2% entre sí. Un porcentaje muy lejos del 30% que existe entre los países de Asia del este. Para el Fondo Monetario Internacional (FMI), que visitó recientemente varios países del Magreb, el Sudeste Asiático es el ejemplo que imitar.
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Las altas tasas de paro (del 14% al 19%) y una población global de 75 millones con un importante porcentaje de jóvenes son factores que para el FMI exigen una mayor cooperación y la liberalización de los intercambios. “Las economías magrebíes deben acelerar sus reformas económicas para aumentar el crecimiento y reducir el paro y la pobreza”, dijo Rodrigo Rato, presidente del FMI, quien insistió en que sin la apertura de la frontera marroquí – argelina sólo podrá crecer el contrabando. Rabat ha intentando algunos acercamientos para restablecer el flujo de personas y mercancías, como anular el visado, pero desde Argel el interés se limita a la mano de obra cualificada y barata para su agricultura y construcción.
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Tras la reciente visita de Rodrigo Rato, la publicación mensual Perspectives du Magreb aventuraba: “¿Será la UMA salvada por el FMI, que pide al Magreb abrir sus puertas a los vecinos?”. En el próximo mes de noviembre se podrá comprobar en Marruecos si han calado algunas de las recomendaciones del FMI, en un encuentro en el que se discutirá sobre el sistema de pagos y la reforma de aranceles.
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El analista Iñigo Moré, que preside la consultora Mercados Emergentes, asegura que la “cabezonería y exceso de orgullo” han bloqueado la situación. También dice que, ante la imposibilidad de realizar intercambios comerciales por su frontera oeste, Marruecos ha optado por firmar acuerdos económicos que le permitan explotar sus pocos recursos – Acuerdo de Libre Comercio con EE. UU. – mientras que Argelia no ha sufrido tanto gracias a las rentas que supone para el Estado la explotación de hidrocarburos. Aun así, las economías del Magreb no han satisfecho las expectativas de la población, que sigue teniendo muchas dificultades para acceder al mercado laboral y carece de infraestructuras educativas y sanitarias apropiadas. “El Magreb está obligado a acelerar su crecimiento. No basta con atenuar la inmigración”, concluye Moré.
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En julio del 2003 el Ministerio de Hacienda marroquí divulgó un informe en el que se admitía por primera vez que “la falta de integración magrebí tiene un coste considerable para los países de la región por el menor aflujo de inversión extranjera, menores intercambios comerciales y menos empleo”. Se estima que el fin de las barreras comerciales reportaría beneficios por 4.600 millones de euros, equivalente al 4,4% del PIB conjunto de Marruecos, Argelia y Túnez. Unos 3.000 millones sería en concepto de aumento de inversiones extranjeras y otros 1.600 por el incremento de los flujos comerciales regionales, Se reconoce que la integración es una necesidad económica ineludible y que el coste del no – Magreb puede llegar a resultar insostenible para la estabilidad social y política.
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