Mujer, inmigrante y asistenta

ABC, 20-04-2006


TEXTO: MABEL AMADO

MADRID. Mujer, madre y trabajadora. Un cóctel explosivo que en muchos casos provoca más de un problema en la rutina diaria de una casa. Por ello, muchas son las familias que recurren a la ayuda externa del servicio doméstico. Pero, ¿cómo hacen ellas, las propias empleadas del hogar, para organizar su casa, su familia y su trabajo?

Según el estudio «Mujeres inmigrantes en los hogares madrileños: ¿cómo atienden a sus propias familias?», el 90 por ciento de las personas empleadas en el servicio doméstico o contratadas para el cuidado de personas dependientes son mujeres, y de ellas, las tres cuartas partes son inmigrantes. Ahondemos un poco más en este informe elaborado por el proyecto Equal «Madrid entre dos orillas», del Fondo Social Europeo, una iniciativa tendente a combatir el racismo y la xenofobia.

Las empleadas extranjeras suelen ser más jóvenes que las españolas. Así, cerca del 40 por ciento tiene entre 25 y 34 años y, además, la mayoría cuenta con estudios medios y superiores. Por ello, como asegura María Ángeles Sallé, coordinadora del proyecto, «cuando vienen a España se ponen a trabajar en estos servicios porque, entre otros impedimentos, tienen muchos problemas con la homologación de títulos».

La mayoría, de Ecuador

Como ya se puede comprobar con un simple paseo por nuestros parques y plazas, los países de origen más comunes son los de América del Sur y Europa del Este. Según el estudio, el 29 por ciento de las trabajadoras en labores domésticas proceden de Ecuador, seguidas por las rumanas, las ucranianas y las polacas, mientras que en la cola de la lista se sitúan las ciudadanas procedentes de Colombia y Perú.

Este mismo estudio refleja otra realidad: que las mujeres extranjeras dedicadas a ese trabajo tienen importantes problemas para conciliar su propia vida laboral y familiar. «Es un sector poco profesionalizado. La capacidad de adaptación de la empleada a los horarios de la familia para la que trabaja y la relación con ésta condicionan su situación y dedicación laboral, y, por tanto, su disponibilidad para atender a la familia», advierte Gema de Cabo, coordinadora del proyecto. Y es que, «su trayectoria laboral se caracteriza por la discontinuidad, porque en la mayoría de las ocasiones no les resulta posible compatibilizar trabajo y atención a su propia familia», concluye.

El mismo concepto de conciliación varía según su situación en España.Así, según el mismo estudio, hay casos de extranjeras que han llegado a integrarse en el país junto a sus familiares. Por ello, ven su lugar de origen como un destino de visita. En esos casos, viven la conciliación familiar y laboral como en cualquier hogar madrileño, aunque con alguna diferencia. Buscan apoyos y trabajos que les permitan atender a sus hijos. De hecho, los niños asumen responsabilidades no correspondientes a su edad porque se tienen que hacer cargo de sus hermanos.

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