Se dispara un 66% la cifra de guipuzcoanos que se ha ido a vivir al extranjero
Muchos buscan nuevas oportunidades laborales y a ellos se suma el perfil de inmigrantes nacionalizados que regresan a sus países
Diario Vasco, , 11-06-2018El fenómeno de la emigración de la población de Gipuzkoa no es nuevo ni fruto únicamente de la crisis económica. A lo largo de la historia, se han sucedido épocas en las que muchos residentes se han visto obligados a salir al extranjero en busca de un futuro mejor. Quien más quien menos tiene un antepasado o conoce a alguien que decidió hacer las Américas. Los tiempos no parecen haber cambiado tanto y el éxodo de guipuzcoanos vuelve a repuntar en la última década.
Cada vez son más personas, principalmente jóvenes, los que salen del territorio y del país en busca de un proyecto de vida mejor. La falta de oportunidades laborales y la aspiración de una formación internacional hace que no duden en hacer las maletas y volar al extranjero. Junto a ellos, se suma también el perfil de inmigrantes ya nacionalizados que vinieron en su día a Gipuzkoa y que, tras finalizar su etapa profesional, deciden regresar a sus países de origen. El fenómeno migratorio viene constatado en datos. En los últimos diez años ha ido escalando de forma progresiva el número de guipuzcoanos residentes en el extranjero, según el Padrón de Españoles Residentes en el Extranjero (PERE) publicado por el Instituto Nacional de Estadística (INE).
En concreto, la cifra se ha disparado un 66% en una década. Si en 2009 se contabilizaron 20.529 personas de Gipuzkoa residiendo en países extranjeros, a 1 de enero de este año la cifra asciende ya a 34.096. Si se toma como referencia a habitantes de la Comunidad Autónoma Vasca a 1 de enero de 2018, 89.998 vascos residían en países extranjeros, concretamente 36.962 personas más que en 2009. Según los datos del INE, la población de españoles que viven en el extranjero tampoco ha dejado de aumentar en los últimos años. Desde 2009 el aumento acumulado es de un 63,5%, desde los 1,4 millones inscritos en consulados en 2009 hasta los 2,5 millones a principios de 2018. Así, a 1 de enero de 2018, el número de personas con nacionalidad española que reside en el extranjero es de 2.482.808, lo que supone un incremento del 3,2% (76.197 personas) respecto a un año antes.
Si se toma como referencia la última década, el incremento es mayor. Si en 2010 el número de españoles que había optado por abandonar su país era de 1,5 millones, a día de hoy la cifra es un millón más elevada. No obstante, el porcentaje de crecimiento anual de salidas se ha ido reduciendo de entre el 6 y 8% de los primeros años (de 2010 a 2015) al 3,2% actual.
A países europeos
Los destinos a los que la mayoría han decidido marcharse se reparten por Europa, con un aumento de 40.022 personas, y América (30.470). Aunque en términos relativos fueron Asia (8,5%) y África (8,2%) los principales receptores. Según el INE, el pasado 1 de enero había 1,5 millones de españoles viviendo en América, 862.286 en Europa, 41.249 en Asia, 23.202 en África y 22.565 en Oceanía, con aumentos en todos ellos. Por sexo, son ellas las que se marchan en mayor medida, superando en 31.808 a los hombres que salieron del país. La horquilla de edad a la que pertenece el mayor número de personas que han fijado fuera su residencia es la de los comprendidos entre los 16 y 64 años, es decir, la edad laboral, que representa un 63% del total de quienes viven fuera. A continuación, se sitúan los mayores de 65 años (21,5%) y los menores de 16 (15,6%).
Tal y como indican los datos del Padrón de Españoles Residentes en el Extranjero, a 1 de enero de 2018, 2.482.808 personas inmigrantes que obtuvieron la nacionalidad española decidieron cambiar de país, con destino principalmente a sus países de origen. Este dato supone un incremento del 3,2% respecto a un año antes, 76.197 personas más.
Los países extranjeros en los que residen más personas de nacionalidad española son Argentina (457.204), Francia (253.036) y Venezuela (167.255).
«Este es un fenómeno que también se da en Euskadi. La mayoría de ellos provienen de América Latina, básicamente porque los requisitos que se les piden para lograr la doble nacionalidad son más laxos. Muchos de ellos vuelven a su país de origen una vez pasado un tiempo, ya sea porque aquí les ha ido mal o porque tienen allí a sus familias», explica Gorka Moreno, director de Ikuspegi. Respecto al incremento de guipuzcoanos que deciden establecerse en el extranjero, Moreno confirma el fenómeno, pero le quita hierro . «Es cierto que desde la crisis se ha podido ver un acrecentamiento pero las cifras no son para alarmarse. Siempre habrá un segmento de población que decida probar suerte en el extranjero, entre ellos jóvenes licenciados que continúan sus estudios o desean mejorar algún idioma», afirma el director del Observatorio Vasco de la Inmigración.
Tras la universidad
Dentro de este segmento de guipuzcoanos que deciden establecerse en el extranjero, también se encuentran los jóvenes recién licenciados que deciden perfeccionar un idioma, estudiar un postgrado o vivir una aventura nueva.
Un informe del Vicerrectorado del Campus de Gipuzkoa, realizado en colaboración con la Sociedad de Fomento de la capital guipuzcoana, cifró en más de 800 los donostiarras con formación superior los que salen cada año al extranjero. Según esta investigación, las cifras de emigración al extranjero entre los licenciados en sus facultades son «relativamente reducidas», en torno a un 9%.
Entre los jóvenes con ocupación al otro lado de las fronteras, el 83% considera que su trabajo está relacionado con su formación, mientras que el 17% restante indica que su empleo actual no tiene relación con los estudios cursados y que ha tenido que buscar empleo en otro sector. Un 31% afirma que es la primera vez que reside en el extranjero y el 71% asegura que se han cumplido sus expectativas con el proceso de emigración. Según el informe, al 72% de los jóvenes titulados que trabajan en el extranjero les gustaría regresar. El porcentaje de quienes desean asentarse de nuevo en San Sebastián crece hasta el 87% entre los que estudian en otros países pero se lo impide la falta de oportunidades laborales y la dificultad para acceder a una vivienda.
Cristina Pascua, una hondarribiarra de 24 años, se suma a la lista de jóvenes que deciden emigrar con el objetivo de mejorar su inglés. Al terminar sus estudios de Química en la UPV de San Sebastián se mudó a York, una ciudad situada al norte de Inglaterra, donde realizó un Máster en Neurociencia. «Me fui de Erasmus a Estados Unidos y eso lo cambió todo. Me convertí en una persona nueva y no quería volver de nuevo a casa. Tenía en mente abrirme camino en el mundo de la investigación, potenciar mi currículum y mejorar el inglés, así que decidí marcharme a Reino Unido», cuenta.
Actualmente, Cristina trabaja en un grupo de investigación y pronto comenzará un doctorado. «El camino no es fácil pero merece la pena. El terreno en el que me muevo es complicado, está muy limitado el tema de la financiación. Mi objetivo ahora es terminar el doctorado en tres años y después volver a España con un camino ya hecho. Creo que esta experiencia me abrirá puertas el día que quiera volver. No es lo mismo terminar la carrera y ponerte a buscar cosas en el País Vasco. Hay menos ofertas, así que aconsejo a todo el que tenga dudas a que haga las maletas y emprenda un nuevo camino ».
Aunque está contenta con la vida que lleva en York, reconoce que echa de menos su tierra. «Se suele decir que no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes. Salir de mi hogar me ha dado mucha perspectiva y me he dado cuenta de lo privilegiada que he sido por haberme criado en un entorno sano, con una cultura muy dedicada a la familia, con una gastronomía envidiable… todo ello es un lujo que en pocas ocasiones sabemos valorar. Aunque soy feliz aquí, tengo intenciones de volver en cuanto acabe el doctorado», desvela sus planes.
En otro plano, asegura que las relaciones interculturales son muy interesantes y enriquecedoras. «Te vas por lo profesional y terminas dándote cuenta de lo que te aporta personalmente. Llegar sola a una ciudad que no conoces es duro, pero he tenido mucha suerte. Desde el principio me recibieron con los brazos abiertos y he hecho amistades que espero tener para toda la vida», desea emocionada.
Cuando se tiene veintitantos, se ha exprimido la vida universitaria y toca enfocarse hacia esa línea estandarizada a la que se dirige la mayoría, pueden pasar varias cosas. Algunos buscan un trabajo si tienen suerte es de lo suyo y esa estabilidad les suele retraer de buscar suerte fuera de su zona de confort. A otros, sin embargo, les llega a agobiar el hecho de pensar que pueden entrar en ese círculo rutinario y deciden cambiar su rumbo. Es el caso de Erik Michelena, un donostiarra de 26 años que, tras finalizar el Grado en ADE + Ingeniería Informática en la Universidad de Deusto de San Sebastián, una cadena hotelera le dio la oportunidad de trabajar en lo que más le apasionaba: viajar por el mundo.
«Mis amigos empezaron a trabajar en auditorías y cosas por el estilo, pero sabía que ese no era mi lugar. Quería dedicarme a algo que realmente me llenase y me hiciese feliz. En mi último año de carrera mandé mi currículum a la empresa donde trabajo actualmente y me cambió la vida».
Este guipuzcoano no ha parado quieto desde que terminó sus estudios. Mucha gente puede considerar que tiene ‘el mejor trabajo del mundo’. «He estado viviendo en Cancún, Panamá, Miami, Berlín… Cada equis meses tengo que mudarme donde me manden pero me gusta el ritmo de vida que llevo», explica Erik.
A día de hoy vive en Dublín y, aunque no sabe adónde le llevará el destino dentro de poco, le gustaría volver a Panamá. «Vamos rotando así que no se dónde estaré en unos meses. Lo que sé es que entre mis planes a corto plazo no está el volver a Donostia».
A pesar de que considera que el mercado laboral español es «complicado», es optimista respecto al futuro que le espera. «Tengo más oportunidades laborales en el extranjero y, a decir verdad, las condiciones son mucho mejores. De momento quiero ir haciéndome un buen currículum para tener más oportunidades si algún día me harto de estar viajando por el mundo. Creo que con todo lo que he recorrido hasta ahora y lo que me queda por delante no tendré problemas a la hora de encontrar trabajo con el recorrido que tengo».
«Huir de lo rutinario y descubrir que hay más allá». Esa fue la razón por la que Oihane Hernández, una donostiarra de 24 años, decidió dejar su ciudad natal para probar suerte en Liverpool.
Tras mucho esfuerzo y unas notas brillantes, finalizó hace un año el grado de Química en la UPV de Donostia. Fue entonces cuando se puso manos a la obra para buscar trabajo en el extranjero. En su caso, encontró un puesto de forma «sencilla» desde España y viajó a Reino Unido sabiendo ya dónde iba a trabajar y las condiciones.
«Tenía claro que quería ver mundo y salir de mi zona de confort. Me empecé a mover, ya que tampoco quería lanzarme sin tener nada atado, y me dieron la posibilidad de hacer una entrevista en una empresa en Liverpool. No lo dudé, hice las maletas y me fui», explica.
Oihane se siente una «auténtica afortunada» por haber tenido esta gran oportunidad nada más finalizar la carrera. «Reconozco que no es lo más normal entre la gente de mi edad. Cuando estás terminando tus estudios te entran mil dudas y un poco de miedo por no saber a qué te vas a dedicar en los próximos años. Eso a mí me generaba una incertidumbre tremenda. Pero siempre he creído mucho en el destino y en que todo pasa por alguna razón».
Aún así, reconoce que no todo fue un camino de rosas y que se le hizo muy difícil dejar a su familia y amigos. «Por un lado tenía unas ganas tremendas de cambiar de aires y emprender esta aventura pero, por otro lado, me costó mucho no tener a mi gente al lado, sobre todo los primeros meses hasta que te asientas».
Cuando comenzó la universidad, nunca se imaginó que su vida daría un giro tan grande. Pero las ganas de echar a volar y la dificultad para encontrar trabajo en su ciudad natal le hicieron cambiar de dirección.
«Si me cuentan esto hace cinco años no me lo hubiese creído. Empiezas la carrera con unas expectativas pero a medida que pasan los cursos tu mentalidad cambia a pasos agigantados. A día de hoy, no cambiaría nada de lo que he hecho hasta ahora. Es más, aunque confieso que echo de menos a mi familia, de momento no tengo intenciones de volver a España. Con esfuerzo he logrado un puesto de trabajo que me completa», añade.
«Me gustaría que mi ejemplo sirviese a aquellos que tienen miedo de echar a volar. Viajar sin duda enriquece, culturiza, abre la mente, fortalece las habilidades sociales, ayuda a ser más organizado y un mejor planificador e influye enormemente en el desarrollo personal», apostilla.
La crisis económica que comenzó en 2008 hizo que muchos inmigrantes se viesen obligados a a regresar a sus lugares de nacimiento tras pasar años en Gipuzkoa, donde se nacionalizaron. Es el caso de Rosalía Celorio, una ecuatoriana de 40 años que, tras haber estado 12 años trabajando en una empresa de limpieza en San Sebastián y haber obtenido la nacionalidad española, decidió hace cinco volverse a su país.
«Cuando comenzó la crisis empecé a replantearme muchas cosas. Aunque tengo que reconocer que siempre estuve muy a gusto, la vida son etapas y vi que necesitaba un cambio. En su día me fui de Ecuador en busca de nuevas oportunidades laborales pero llega un momento en que te das cuenta de que si no tienes a tu gente no sirve de nada», explica Rosalía.
Se siente una afortunada ya que no estuvo sola durante su estancia en San Sebastián. «Gracias a Dios tenía a mi marido, mis hermanos y a mis dos hijas conmigo. Son mi gran apoyo y ellos hicieron que todo fuese más fácil. En el trabajo también me ayudaron mucho así que no me puedo quejar de nada».
Rosalía trabajaba como limpiadora y en sus ratos libres adoraba pasear por la ciudad junto a su familia. Ni la lluvia ni el frío impedían los paseos de los domingos por la playa de La Concha. «A decir verdad nunca terminé de acostumbrarme al clima del País Vasco pero Donostia es una ciudad con un encanto especial. Su gente, sus bares, sus playas… todo hace que sea un lugar idílico».
Aunque le costó despedirse de la ciudad, está contenta de haber vuelto a Ecuador. Celorio se ha convertido en emprendedora. Es la propietaria de un restaurante en Ecuador que regenta junto a su marido. «Lo montamos porque es algo que aquí da dinero. Es un negocio que siempre hemos tenido en mente desde hace muchos años. Nos lanzamos a la piscina y afortunadamente nos va bien, así que estoy contenta con haberme marchado».
Aún así, solo tiene palabras bonitas para definir su estancia en Donostia y reconoce que tiene ganas de volver. «Me encantaría regresar de visita. La gente nos acogió fenomenal desde un principio y nos enamoramos de la gastronomía y de la ciudad en general».
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