Casamientos étnicos

La Razón, 18-04-2006

Hay que partir de un hecho histórico. Desde hace siglos la sociedad
española ha sido muy homogénea desde el punto de vista étnico. Ahora, de
golpe, se nos dibuja un centón de todas las variedades de razas, lenguas,
religiones, orígenes nacionales. La colonia de extranjeros representa ya
el 10 por ciento de la población. Los inmigrantes foráneos se concentran
en los estratos próximos a la edad de matrimoniar. La consecuencia
inmediata es que empiezan a ser frecuentes lo que se llama «matrimonios
mixtos». El adjetivo no está bien puesto, pero así se llama a los
matrimonios en los que los cónyuges pertenecen a diferentes lenguas,
razas, religiones u orígenes. Sería mejor calificarlos de «étnicos». Bien
es verdad que lo normal es el casamiento entre personas pertenecientes a
la misma etnia, pero las excepciones son cada vez más. En principio, los
matrimonios mixtos son más proclives al divorcio y a otras formas de
inestabilidad, pero también pueden contribuir a la integración de la
colonia extranjera. Ese efecto es más visible cuando se casan extranjeros
con autóctonos. Como es lógico, la integración es mayor en el caso de que
alguno de los cónyuges sea iberoamericano. En cambio, la dificultad es
mayor cuando el matrimonio supone la unión con una persona de religión
musulmana. La forma más inestable de matrimonio es la de «conveniencia»
por la que uno de los cónyuges es extranjero y se casa con una persona de
nacionalidad española con el único fin de conseguir los «papeles». Se
trata de un fraude de ley que entra en el campo de la picaresca, cuando no
en el de la pura delincuencia. No es xenofobia la consideración de que la
convivencia interétnica trae problemas.
   

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