Saben que esto solo tendrá éxito si detrás tienen un grueso social de envergadura que ayude a empujar para que la Administración les tenga en cuenta. Las personas encerradas en la Escuela Massana desde el sábado, esas decenas que protestan por el “racismo institucional” que a su modo de ver sufren los inmigrantes en España, han convocado para el miércoles una concentración de apoyo a la causa. Un buen termómetro con el que calibrar acciones futuras. 

La cita es a las 19.30 horas en la plaza de la Gardunya. Habrá parlamentos y se hablará sobre la estrategia a seguir en los días que están por venir. La idea inicial era quedarse en la Escuela Massana una semana para luego exportar la protesta a otros barrios de Barcelona y a otras ciudades del entorno metropolitano. También se habló de una gran ocupación en un templo de Madrid el 5 de mayo. Todo eso está por ver. En el terreno más político, técnicos del ayuntamiento se han reunido este martes con entidades que apoyan la movilización para tantear las intenciones del colectivo, habida cuenta de que ocupan, sin permiso aunque con cierta complicidad, un equipamiento municipal.

Según un portavoz del consistorio, se ha hablado básicamente de asuntos “logísticos”. No podría ser de otra manera, dado que la única competencia del gobierno de Ada Colau  – y de cualquier otro consistorio –  en materia de inmigración tiene que ver, al margen de las ayudas, con el empadronamiento, donde la capital catalana ya es pionera con el registro incluso de aquellas personas que no tienen domicilio o de los ciudadanos que viven en casas ocupadas o con alquileres no reglados. No es ninguna tontería, puesto que este documento permite acceder a derechos como la sanidad o la educación.