Pateras en América
La Vanguardia, 16-04-2006AL iniciarse la Segunda Guerra Mundial, antes de que Estados Unidos se sumara, Franklin Delano Roosevelt tuvo que convencer a sus compatriotas de la conveniencia de prestar ayuda militar al Reino Unido, el único país europeo que resistía el envite nazi. Nada propensos a regalar nada, el presidente argumentó que cuando la casa de un vecino se incendia, hay que ayudarle enseguida a apagar el fuego en lugar de discutir sobre el precio de la manguera que puedes prestarle. Dicho de otra forma, hay que ser generoso con quienes tienen problemas si no queremos que sus llamas acaben quemando nuestras propiedades. El sabio consejo de aquel líder demócrata parece haber caído en desuso en los diversos incendios que se declaran, a pesar de que el fuego ya se extiende a los jardines propios. Uno de los focos más vivos es el de la inmigración. Nuestros corresponsales en Washington,
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Eusebio Val, y en Buenos Aires, Alfred Rexach, nos retratan hoy esa América que también padece los efectos de la presión migratoria de sus países más pobres: en los últimos cinco años, unos 25 millones de personas han emigrado en Latinoamérica. Dos países genéticamente receptores como son Estados Unidos y Argentina están afrontando sus oleadas desde distintas perspectivas. El gran coloso del norte debate una polémica ley que puede convertir en proscritos a doce millones de hispanos. En la maltrecha Argentina, por el contrario, se ha abierto un proceso para regularizar a cerca de un millón de trabajadores ilegales.
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