Un tribunal alemán condenó ayer a un joven de origen turco a más de nueve años de cárcel por haber matado a su hermana para «salvar el honor familiar» y exculpó a los otros dos hermanos. El asesinato en febrero del 2005 de Hatun Surucu, que recibió varios disparos cuando estaba en una parada de autobús en Berlín, conmocionó a Alemania y generó un intenso debate sobre la falta de integración de parte de la inmigración turca.

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Ayhan tenía 18 cuando ocurrieron los hechos, por lo que la sentencia se pronunció según el derecho penal juvenil. Durante el juicio, confesó haber asesinado a tiros a su hermana y adujo como motivo que la familia se sentía deshonrada por su estilo de vida «occidental e inmoral». Hatun, nacida en Berlín, fue obligada a casarse en 1998 a los 16 años con su primo y a trasladarse a vivir a Estambul. Pero tras el nacimiento, en mayo de 1999, de su hijo, también en Alemania, se negó a regresar a Turquía, abandonó a su esposo pese a la férrea oposición de su familia. Desde entonces vivía sola con su hijo y ya no usaba el pañuelo en la cabeza.
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El caso alimentó el debate sobre los descendientes de trabajadores turcos cuyo trabajo ayudó a alimentar el llamado «milagro alemán», pero que siguen siendo en extranjeros en el país. Los políticos reclaman medidas duras que incluyan la expulsión de aquéllos que no cumplan las leyes.