“La gente asume que por ser negros nuestros estándares son inferiores”
Chi-chi Nwanoku fue durante años la única mujer negra en orquestas sinfónicas de todo el mundo. Y ha cambiado prejuicios con Chineke! Orchestra, la primera en Europa compuesta por minorías étnicas
El País, , 06-04-2018Recién aterrizada de Italia y preparando todo para poner rumbo a la isla caribeña de Antigua al día siguiente. Así es la vida de Chi-chi Nwanoku. Acaba de pasar una semana enseñando a músicos de la Joven Orquesta de la Unión Europea. La lavadora, enloquecida, se escucha al otro lado de su casa de Londres. Nwanoku nunca imaginó que tocaría el contrabajo, en su juventud fue velocista profesional. “No tengo mucho tiempo”, repite. Pero cuando la grabadora se enciende, habla con voz calma. Acompasa sus pensamientos con las manos y siempre mira a la cara con sus ojos azules.
“La música clásica no discrimina. De hecho, ninguna música lo hace. Es una forma artística y es la gente la que diferencia”, afirma. Nwanoku desmonta los estereotipos de la música clásica. Hija de una irlandesa, durante muchos años fue la única mujer negra en orquestas sinfónicas de todo el mundo. “Yo estaba acostumbrada a ser la única persona negra en el colegio. Nunca tuve una amiga o profesor con mi color de piel por lo que la situación no me afectó. Lo único que me importaba era que la música nos ponía a todos en el mismo lugar”.
Cuando los espectadores me decían que se había pasado el concierto mirándome, yo siempre pensaba que era porque había tocado muy bien. ¿Por qué iba a ser por otra cosa?
La imagen de la música clásica como entretenimiento para los privilegiados está consolidada alrededor del mundo, pero ella se olvidaba de las etiquetas. “Cuando empecé no sabía que lo que aprendía era música clásica. No era consciente de que fuera algo elitista. Una vez dentro me di cuenta de que la gente que lo practicaba, al igual que los espectadores, venía de unos contextos diferentes del mío”. Y continúa: “Cuando los espectadores me decían que se habían pasado el concierto mirándome, yo siempre pensaba que era porque había tocado muy bien. ¿Por qué iba a ser por otra cosa?”, explica Nwanoku sobre las insinuaciones de condescendencia.
La música nunca tuvo la necesidad de jugar la carta racial ya que reconoce no estar obsesionada con su color de piel. “He aprendido más en estos dos años que casi en toda mi vida, porque antes no me preocupaba por estos pensamientos. Me ha impactado todo lo que he escuchado. La gente asume que por ser músicos negros nuestros estándares son inferiores, como si la diversidad perjudicase la calidad”. Nwanoku ha cambiado los prejuicios en la música clásica gracias a Chineke! Orchestra, la primera orquesta de Europa compuesta mayoritariamente por músicos negros y de minorías étnicas.
Desafiando lo establecido
31 músicos de distintas nacionalidades se presentaron en un Queen Elizabeth Hall a rebosar el 13 de septiembre de 2015. “Hasta donde yo sabía, era nuestro primer y último concierto”, recuerda Nwanoku.
Un año antes la Orquesta Sinfónica de Kinshasa había llegado a Londres para asombrar a una audiencia predominantemente blanca. Nwanoku estaba entre los presentes y se le encendió la bombilla. Los arquetipos de la música clásica tenían que ser desafiados y se propuso formar la primera orquesta de Europa con una diversidad racial máxima. Era el momento de cambiar lo establecido en un género elitista. Y blanco.
Comenzó a buscar a músicos clásicos que por el color de su piel o raza no habían encontrado oportunidades. Encontró paternalismo y excusas. Pero también mucho apoyo. No es fácil ganarle la batalla a la contrabajista que ha llegado a una conclusión: “El color de la piel va primero que la música”.
Chineke! Orchestra recupera además el trabajo de compositores negros como Chevalier de Saint-Georges o Samuel Coleridge-Taylor a la vez que toca clásicos como Beethoven o Hayden
Nwanoku supo de pillerías e injusticias. “Hay que dejar de pretender que la exclusión por el color de piel no ocurra en la música clásica. Podemos aceptar que todos tenemos un lado prejuicioso, pero hay que preguntarse qué vamos a hacer al respecto, porque compartimos un espacio”. Desde la primera nota, Chineke! Orchestra modificó el sentido de privilegio y autoridad de la música clásica con una perspectiva fresca y abierta.
La agrupación recupera, además, el trabajo de compositores negros como Chevalier de Saint-Georges o Samuel Coleridge-Taylor a la vez que toca clásicos como Beethoven o Hayden. También fundó una versión júnior del conjunto para crear escuela y ofrecer un camino a las nuevas generaciones: “Hay muchos jóvenes que nunca han visto a un profesor que fuera como ellos”.
La fundación Chineke!, matriz de ambas orquestas, es una plataforma de inspiración, pertenencia y autoestima. El esfuerzo de Nwanoku, galardonada con el reconocimiento real OBE por su contribución a la música, es el resultado de una lucha por el cambio y la diversidad. Aunque también hay espacio para músicos clásicos blancos. “Hemos puesto un espejo al convencionalismo de las orquestas y lo hemos invertido”, dice.
La Chineke! Orchestra en acción. (Cortesía de Chi-chi Nwanoku)La Chineke! Orchestra en acción. (Cortesía de Chi-chi Nwanoku)
El próximo 9 de abril se cierra el círculo. Chineke! Orchestra ofrecerá el concierto de reapertura del Queen Elizabeth Hall de Londres tras tres años de reformas. Un periodo en el que la orquesta se ha consolidado, ya es asociada del Southbank Centre y ha desafiado los cánones de la música clásica. Para la ocasión, la orquesta interpretará una pieza del compositor Daniel Kidane basada en el discurso I have a dream de Martin Luther King cuando se cumplen 50 años de su asesinato.
Tras un primer ataque racista en la escuela primaria, el padre de Nwanoku, de origen nigeriano, le dijo: “No hay nada que no puedas hacer”. Ella, que reconoce ser una persona muy literal, se lo ha tomado al pie de la letra.
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