Por deseo del papa Francisco, la cruz de Lampedusa recorre el mundo, y el viernes llega a Oñati para recordar el drama de miles de personas que se juegan la vida en el mar huyendo de zonas de guerras y de la violencia, la pobreza y otras penurias. El convento de Santa Ana acogerá la simbólica estela que el sábado será llevada al hombro por distintos grupos de personas en la anual Marcha diocesana a Arantzazu, centrada este año en el drama de la inmigración con el lema ‘Todos Acogidos por María’.

La llegada al Santuario de la patrona de Gipuzkoa será el momento cumbre de la peregrinación de este símbolo por el territorio, iniciada el pasado 4 de marzo y que terminará el Domingo de Ramos en Donostia. Este emblema de solidaridad y paz realizado por Francesco Tuccio con madera de barcos naufragados junto a la isla italiana de Lampedusa y bendecido por el Papa, será recibido el viernes a las 17.00 horas en el convento de Santa Ana, donde presidirá una celebración abierta al pueblo.

La cruz de 2.80 × 1.50 metros, pasará noche con las clarisas y el sábado será la protagonista de la marcha diocesana a Arantzazu, que mantendrá cortado el tráfico de vehículos desde las 08.30. La peregrinación arrancará una hora más tarde desde las inmediaciones del cerrado hotel Soraluze y finalizará sobre las 12.45. Según la diócesis donostiarra «el tráfico se abrirá según vaya avanzando la marcha, y para los que no puedan subir a pie habrá autobuses».

Los peregrinos podrán seguir a través de altavoces las oraciones, y reflexiones que se pronuncien durante los casi 9 km de ascensión junto a cantos y poemas. No faltará un recuerdo especial al franciscano Iñaki Beristain, alma mater y organizador de la marcha durante muchos años, fallecido en septiembre.

La cruz de Lampedusa quiere recordar la tragedia de tantos seres humanos que han perdido la vida en el Mediterráneo y difundir un mensaje de solidaridad con las personas inmigrantes del mundo. Se realizó con maderos de las pateras del naufragio de Lampedusa (Sicilia), en octubre de 2013 donde se recuperaron 366 cadáveres de un total de 517 personas procedentes de Libia, Somalia y Eritrea.