De qué huyen los manteros: ruina personal, condenas de cárcel o deportación

Hablamos con manteros, activistas y expertos sobre los riesgos que sufren las personas que se dedican a la venta ambulante como Mame Mbaye, el senegalés fallecido este jueves La venta en el top manta puede acarrear penas de cárcel, lo que abre la puerta a la deportación de los vendedores ambulantes "El problema del top manta no se soluciona con persecuciones", explican desde el Centro Iridia

El Diario, Icíar Gutiérrez , 17-03-2018

ue los manteros denuncian los riesgos que corren en la venta ambulante. Hace un año, el colectivo se concentró ante el Congreso de los Diputados y denunció que estaban siendo víctimas de “humillaciones, violencia física y abusos” como, por ejemplo, que la policía se quede con su mercancía.

La Asociación Sin Papeles de Madrid (ASPM) sostiene que se han reunido “al menos en siete ocasiones” en los dos últimos años con el Ayuntamiento para denunciar las presuntas agresiones policiales que dicen haber sufrido en la capital. “Hemos denunciado 20 agresiones de policías a manteros y lateros. Desde vejaciones y tortas, cosas por las que no te hacen un parte médico, hasta una fractura de brazo o una lesión en la espalda. Convence tú al latero al que le han partido el brazo de que denuncie al agente”, explica Marta Herrero, abogada de la ASPM.
“El colectivo de manteros es lo más pacífico que me he encontrado. Tienen un miedo pavoroso a denunciar”, agrega. La letrada asegura que el Consistorio ha respondido que ha iniciado una investigación de la que aún esperan respuesta. La organización también ha elevado varias quejas al Defensor del Pueblo.

“Es una espiral infinita de persecución”
“El día a día de un mantero es levantarse, preguntarse dónde puede ir a vender, si está lloviendo, hace viento o hay policía cerca. Solemos decirnos ‘Desayuna bien’, porque, cuando sales de casa, piensas en que no vuelves hasta mañana. Muchas veces te quitan la mercancía y no te dan ni un resguardo” [que lo acredite], explica Serigne Mbaye.

Sin papeles, reitera, “no puedes hacer nada, no puedes tener un contrato, estas condenado a vender porque no tenemos otra cosa”, añade. Los expertos y activistas consultados coinciden en que el hecho de estar en situación irregular y sus precarias condiciones de vida empujan a estas personas a vender en el top manta, pero también están en la base de parte de los riesgos que aseguran vivir a diario.

“El racismo institucional ejercido mediante la Ley de Extranjería condena a muchas personas a vivir excluidas y sin derechos”, ha denunciado SOS Racismo en un comunicado. “Por este tipo de trabajo les pueden sancionar, se generan antecedentes penales y esto les imposibilita regularizarse. Es una espiral infinita de persecución”, apunta Tania García, de la ASPM.
la vida"
La persecución policial, alertan varias fuentes consultadas, además de generar situaciones de “estrés máximo” entre los que huyen, agrava el estigma que pesa, en ocasiones, sobre este colectivo. “La imagen que se da es que estas personas están haciendo algo mal, porque están siendo perseguidas y penadas. Esto no es un problema que se pueda solucionar con persecución policial”, asevera Valdaura.

“¿Qué necesidad hay de perseguir tanto a una persona que te tiene miedo? Primero, es el peligro de cruzar la calle como sea, el riesgo de chocarte con niños o mayores. La Policía lo que busca corriendo y esposando es dar una imagen mala a la gente. Cuando me perseguían y me veía corriendo como un animal me daba vergüenza, porque sabía que no he robado”, coincide Serigne Mbaye.

El activista habla en pasado. Ya no vende en la manta: ahora es socio de un restaurante ecológico e integrante de una cooperativa. “Yo no me quito mérito y doy gracias al apoyo de gente, pero es muy difícil superar esta barrera”. Asegura que desde el Sindicato de Manteros trabajan en alternativas para que la gente no se vea forzada a vender en la calle. E insiste: vender en la manta no es el sueño de nadie.

“Los manteros sueñan con hacer otras cosas, porque no hay nada mejor que vivir como la gente, tener tu contrato, ir tranquilamente a trabajar. Nosotros no disfrutamos de la vida, nos olvidamos de divertirnos, solo te preocupa moverte sin que te persiga la poli”.

También era el sueño de su amigo, fallecido este jueves. “Mame siempre pensaba en no vender en la manta, pero es lo que tenía. Si hubiese tenido los papeles, este chico no habría tenido que buscarse la vida”, sentencia.

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