La muerte de un mantero

Público, Pilar Estébanez, 17-03-2018

Mame Mbaye, senegalés, de 35 años, mantero, murió después de doce años sobreviviendo en España como inmigrante irregular ilegal, dicen quienes no entienden que un ser humano nunca es ilegal.

Vivía en Lavapiés y cada mañana salía con su mercancía para tratar de conseguir unos euros vendiéndola en las calles de la ciudad. Con el poco dinero que obtenía vendiendo zapatillas y bolsos de marcas falsificadas pagaba el alquiler de un piso compartido en Lavapiés y enviaba algo de dinero a Senegal.

Había tratado tres veces de regularizar su situación sin conseguirlo, y su sueño era lograr el dinero suficiente para poder regresar a su país y tener una vida mejor.

Mame Mbaye murió en la acera junto al portal en el que vivía. Unos dicen que venía huyendo de la policía municipal, que de vez en cuando detiene a los manteros y se incauta de su mercancía. El ayuntamiento asegura que su muerte no tuvo nada que ver con esa operación contra los manteros.

Desconocemos cuál era el estado de salud de Mame, pero gracias a las organizaciones que trabajan con inmigrantes irregulares sabemos que el 75 por ciento de ellos encuentran obstáculos en el acceso efectivo a su derecho a la salud. También, que casi el 30 por ciento de las personas inmigrantes padecen un problema de salud que nunca ha sido tratado y que tres de cada cuatro inmigrantes irregulares tienen la percepción de que su salud está deteriorada (Médicos del Mundo).

De los pacientes que atiende esta ONG, el 8,6 por ciento tiene trastornos digestivos, el 7 por ciento hipertensión, el 5,7 por ciento diabetes, el 5,6 por ciento sufre angustia, estrés o trastornos psicosomáticos y el 5,2 por ciento infecciones respiratorias superiores.

No es difícil imaginar el estrés al que está sometida una persona que lleva años viviendo en una situación precaria, en la que en cualquier momento puede ser detenida y expulsada. No es difícil imaginar el temor que esa persona siente cada vez que sale a la calle, sea para vender su mercancía o simplemente para recorrer las calles de su barrio.

Se les persigue porque son irregulares, a pesar de que la mayoría de ellos han tratado al menos una vez de conseguir la regularización. Se les persigue porque venden mercancía falsificada, que, seamos realistas, a nadie hace daño. ¿Alguien cree que Chanel o Christian Dior sufre pérdidas por la venta de imitaciones de sus productos? La gente que compra esos productos no compraría jamás los originales, inalcanzables para la mayoría de la población.

¿Qué salida les dejamos si se persigue una actividad que no tiene ningún impacto en la economía, que no hace daño a nadie, y que les permite sobrevivir en un país hostil, que ni siquiera les garantiza el acceso a la salud, un derecho universal?

Mame llevaba doce años viviendo en España. Sobreviviendo. A él le dedico estas palabras de Camus (El extranjero): “Como si los caminos familiares trazados en los cielos de verano pudiesen conducir tanto a las cárceles como a los sueños inocentes”.

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