"Aún no entiendo por qué me pasó a mí"

La Vanguardia, 12-04-2006

Sólo con ver la tremenda hinchazón de su ojo izquierdo, los moratones por todo el cuerpo y su cara cabizbaja y triste, uno se da cuenta que Fernando Ujiguilete, el ciudadano portugués de origen guineano que recibió una paliza a manos de neonazis el sábado en Castellar, ha vivido un auténtico calvario. Fernando, de 42 años, permanecía ayer ingresado en el área de traumatología de las urgencias del hospital Parc Taulí de Sabadell, a la espera de que hoy lo operen del ojo. Tumbado en la cama de un box, este inmigrante que llegó hace apenas un mes a España para trabajar accedió a hablar con La Vanguardia y se dejó fotografiar: “Para que todos sepan qué me han hecho y castiguen a los que me pegaron”.
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¿Y qué ocurrió el día 8 de abril, Fernando? Con un español precario, mucha mímica y su portugués natal, esta víctima de los intolerantes detalla que el sábado pasado, entre las cinco y las seis de la tarde, ya había acabado de trabajar en la obra y que salía del trabajo para ir a comprar pan para la cena. “De golpe, guineanos.un chico joven y bajito se me plantó delante y, sin mediar palabra, me frenó el paso. Yo intenté apartarme, pero, entonces, me cogió fuerte de la camisa, a la altura del pecho, y enseguida aparecieron otros dos, más altos, que fueron a por mí”, relata . O sea, que fueron tres los agresores, según Fernando, y no dos, como informó la policía tras la detención de Abraham F. A., de 22 años, y Carlos H. M., de 24, acusados de la agresión.
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Fernando recuerda que intentó zafarse y echó a correr con todas sus fuerzas, pero, a la altura de la plaza Mestre Anyé lo volvieron a coger: “Me derribaron al suelo y, sin decirme nunca nada, los tres empezaron a pegarme. Me acuerdo de que cuando yo ya estaba en el suelo, pasó un señor en coche y, como pude, le pedí ayuda, pero pasó de largo”. El agredido recibió “patadas en las piernas, la espalda y la cabeza”. Y continúa: “Me intentaba proteger la cabeza con las manos para que no me hicieran más daño. Fue horrible. No sé cuánto duró, porque perdí el sentido”, recuerda lloroso. Y todo ocurrió a plena luz del día.
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La víctima no es consciente del orden en el que han sucedido las cosas posteriormente ni de la trascendencia mediática que ha adquirido su caso. Cuando se le explica que uno de sus agresores, Abraham F. A. cuenta con 17 detenciones por agresiones racistas y que el juez que llevaba el caso lo dejó en libertad el lunes, junto con el otro imputado, Fernando encoge los hombros y dice que “eso no está bien”. “Nadie se merece que lo traten como me trataron a mí. Eran tres contra uno. No me pude ni defender”, lamenta.
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Afincado en Lisboa casi toda su vida, Fernando es hijo de guineanos. Ha vivido en Francia y en Suiza durante largas temporadas, desempeñando diferentes empleos, principalmente, en la construcción. “Nunca en mi vida había tenido ningún problema por ser negro. Y menos con una agresión tan dura, sin motivos, sin palabras de por medio, sin ninguna discusión previa, sin que me conozcan”, dice con el alma dolida y aún sin poder entender por qué le pasó a él.
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Este hombre de aspecto bonachón llegó por primera vez a España en busca de trabajo en 1991 y se instaló en Roquetas de Mar (Almería), pero pronto regresó a Portugal. Castellar se ha convertido, pues, en su segundo destino español. Fernando llegó solo hace apenas un mes con un contrato de seis meses bajo el brazo para trabajar en la construcción. El documento, según dice, se gestionó en origen, en Lisboa, y tiene todos los papeles en regla. Se instaló en un piso de alquiler con otros compañeros extranjeros, quienes no han dejado de visitarle desde que ocurrió la agresión y que reconocen que están asustados. “¿Y tú, qué harás cuando salgas del hospital, tienes miedo?”, se le inquiere. Titubea, duda y, finalmente, acaba asintiendo:
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“Claro que tengo miedo”. Pero, enseguida se sobrepone y afirma que él tiene que volver a Castellar porque aún le quedan meses de contrato, tiene un deber que cumplir y, hasta ahora, estaba muy contento con el trabajo. “Me gustaría que me lo renovasen”, anuncia esperanzado.
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Recurso de la alcaldesa
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La alcaldesa de Castellar, Montse Gatell (CiU), explicó ayer que el Ayuntamiento ha presentado un recurso de apelación ante la sala de lo penal de la Audiencia de Barcelona contra la resolución judicial del titular del juzgado de instrucción número 3 de Sabadell que dejó en libertad con cargos a los dos detenidos. Gatell detalla que este recurso se basa en el hecho de que al dejar en libertad a Abraham F. A. – instigador del ataque de un centenar de skins a unos 200 vecinos durante la fiesta mayor del 2003 – “se generará alarma social entre la población”. La alcaldesa insistió en que tiene que haber “mayor firmeza en la justicia”.
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