El drama migratorio sacude la Berlinale, a dos años del Oro a "Fuocoammare"

El Periodico, EFE, 22-02-2018

El drama de los refugiados que se lanzan al Mediterráneo en dirección a Europa sacudió hoy la Berlinale con “ElDorado”, el documental del suizo Markus Imhoof presentado en ese festival, dos años después del Oso de Oro obtenido por el desgarrador “Fuocoammare”, del italiano Gianfranco Rosi.

“ElDorado”, incluido en la sección oficial de la Berlinale aunque fuera de concurso, situó al espectador ante la tragedia diaria que se viven en aguas mediterráneas, convertidas en una inmensa tumba para miles de inmigrantes que mueren en el intento de alcanzar Europa.

La imagen de partida son decenas de chalecos flotando en el mar, apenas perceptibles desde el helicóptero, que se convierten minutos después en un grupo de rescatados por la marina italiana.

La similitud temática y estilística respecto al documental que en 2016 se alzó con el máximo premio del festival es evidente.

También entonces, Rosi sacudió al festival alemán con sus duras imágenes de rescates de africanos al borde de la deshidratación.

“Llevo casi cuarenta años abordando el drama de los desplazados. Y seguimos sin haber encontrado soluciones a la catástrofe humanitaria”, explicó el realizador, en alusión a “Das Boot ist voll” (“El barco está lleno”), Oso de Plata en 1984 en la Berlinale.

Su filme se centró entonces en un grupo de desplazados de la Segunda Guerra Mundial que logran alcanzar territorio neutral suizo.

Ahora, “ElDorado” oscila entre dos tramas: por un lado, los recuerdos de su infancia y su relación con Giovanna, una niña italiana acogida por sus padres, en los años 40; por el otro, los refugiados que se lanzan al Mediterráneo.

Evoca así a esa niña a la que tuvieron en casa, de acuerdo al programa de acogida suizo para menores procedentes de Italia, en alternancia con el destino de los miles de subsaharianos o sirios que a diario rescatan los barcos italianos en aguas mediterráneas.

De las imágenes de los chalecos flotantes se pasa a los primeros auxilios, reparto de botellines de agua e inspección de los rescatados, a los que se colgará una etiqueta identificativa y enviará a centros de primera acogida.

A esa situación más o menos organizada seguirá para muchos la búsqueda de trabajo ilegal, como mano de obra barata que beneficia a quienes les explotan, sus patronos o las mafias intermediarias.

Su destino prioritario es Suiza o el norte de Europa, especialmente Alemania, a donde siguen llegando pese a que los reglamentos de Dublín establecen que el país que debe gestionar su solicitud de asilo es aquel en el que el demandante pisó por primera vez territorio de la Unión Europea (UE).

“Quise reflejar cómo funciona toda la maquinaria que envuelve la llegada de refugiados: desde las ONG que tratan de auxiliarlos a las mafias que les dan trabajo ilegal o los guetos donde quedan hacinados, si encuentran quién les emplee”, explicó el director.

Imhoof compareció ante los medios de la Berlinale acompañado de varios personajes reales de su película, desde un sindicalista italiano a uno de los subsaharianos que aparecen en el filme.

“Ninguno de esos refugiados del Mediterráneo pueden alcanzar Europa por vías legales. Si sobreviven a la travesía, pueden pasarse entre 8 y 15 meses en campos de refugiados. Luego tienen por delante la explotación laboral o sexual, en el caso de las mujeres”, relató el realizador.

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