«Espero que en el futuro desaparezca también el racismo interpretativo»
El músico, uno de los revolucionarios en la interpretación del barroco, trae mañana al Kursaal un repertorio de inspiración napolitana
Diario Vasco, , 16-02-2018El violinista y fundador de Europa Galante Fabio Biondi (Palermo, 1961) ofrece mañana en Donostia un programa de música napolitana con obras de Latilla, Hasse, Scarlatti y Pergolesi. Calificado como uno de los ‘revolucionarios’ de la interpretación de la música barroca, Biondi se presenta en el Kursaal (mañana sábado, 20.00) con una formación de cuerda y continuo clave, órgano y tiorba para abordar tres obras instrumentales y el delicioso ‘Stabat Mater’ de Pergolesi.
- Ha estado varias veces en San Sebastián, la primera hace muchos años con su rompedora versión de ‘Las Cuatro Estaciones’ de Vivaldi. A posteriori le hemos escuchado en varias ocasiones. ¿Diría que ha evolucionado en estos años?
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- No tengo un recuerdo muy claro de la primera vez que actué en San Sebastián, pero sí de que fue presentando ‘Las Cuatro Estaciones’. Yo diría que sí, que he evolucionado, porque todos maduramos, cambian las cosas, la perspectiva que tenemos de ellas y la información que tenemos sobre la música. Nuestro trabajo es muy excitante precisamente porque vamos descubriendo cosas y cambiamos la mirada interpretativa que tenemos sobre ellas. Lo que sigue igual es la forma de tocar un poco extrovertida que es típica de nosotros los latinos. Continúo teniendo mucha pasión y amor por mi instrumento y estos sentimientos siguen estando muy vivos. Con respecto a los repertorios, vamos variando cosas, pero siempre con mucho cuidado con la música y las escuelas, por lo que no interpretamos todo de la misma manera.
«En cada concierto cambiamos cosas: es parte de la identidad de este repertorio»
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«Los intérpretes debemos tener modestia: hay que pensar en Pergolesi, no en Biondi»
Usted afirmaba que no hay dos conciertos iguales, porque al igual que el músico barroco, es necesario improvisar cuando se aborda una obra de esa época y de hecho, hemos comprobado sus diferentes maneras de interpretar, por ejemplo, la famosa obra de Vivaldi. ¿Cuántas versiones puede haber entonces de una misma obra?
- Sigo con la misma idea. Este repertorio tiene esta cara tan interesante, que es que permite improvisar y cambiar las cosas, pero dentro del respeto al idioma original de la música, claro. No se hace igual si se trata de música italiana, francesa, inglesa o alemana , pero lo increíble es que podemos escuchar una misma obra tocada cada día de una forma diferente. La identidad moderna está muy cerca de la antigua, lo que nos acerca mucho al jazz, actualiza y moderniza el repertorio barroco. En cada concierto cambiamos cosas porque es parte de la identidad de este repertorio.
- ¿Es la creatividad inagotable?
- Creo que sí y además es indispensable que lo sea. Estamos en un mundo con un acceso muy fácil a muchas cosas, no es como hace cuarenta años, y la creatividad es parte integral de construir una interpretación, un concierto. Siempre me pregunto por qué vamos a ir a una ópera o a un concierto si lo escuchamos igual que en una grabación. Es mejor estar sentado en el cómodo sofá de casa con un buen vaso de vino y con un buen equipo de sonido. Pero vamos a los conciertos porque esperamos descubrir cada vez algo distinto. No escuchamos un ‘Rigoletto’ de Verdi igual en todos los teatros y por eso vamos, porque esperamos encontrar un margen de creatividad dentro del respeto a la obra. Es la parte fascinante de la música, en la que el artista presenta su personalidad y su idea sobre la misma. Dios nos creó a todos distintos para que aprovechemos.
- Esta vez llega a San Sebastián como director de una obra vocal-instrumental, el ‘Stabat Mater’ de Pergolesi. ¿Es posible la improvisación en una obra que reúne a dos solistas vocales y conjunto instrumental?
- El hecho de que sea una obra vocal no cambia nada, es el mismo tipo de idioma. Los cantantes en los siglos XVIII y el XIX, incluso en el repertorio romántico que me interesa mucho en los últimos años, improvisaban, por ejemplo en las cadencias. Pero esta obra tiene algunos límites por el hecho de ser música sacra. Tenemos más cuidado porque tiene otra identidad. La música hecha para la iglesia necesita ciertos límites, una forma de cantar y tocar que sean más cuidadosas con la atmósfera, que es distinta a la del teatro o la música de cámara.
- Me sorprende que haya optado por una contralto para la segunda voz, cuando en versiones de corte historicista normalmente se opta por un contratenor. ¿Por qué?
- Es una elección que tomé hace años por una cuestión de gusto personal, aunque es cierto que la última generación que hay de contratenores es de gran calidad. Personalmente estoy en contra de esta voz porque para mí no resulta natural y creo, además, que hay que formar al público, sobre todo con el repertorio que no es sacro. En un ‘Stabat Mater’ se contaba con la voz de castrato, pero no con la de contratenor , que es una invención moderna. Los cantantes del XVIII eran castrati y su voz se parecía más a la de la mujer. Hay un exceso de utilización de estas voces y es un error desde el punto de vista histórico.
- Previamente ofrecen tres obras instrumentales, la ‘Sinfonía en sol mayor’ de Latilla, la ‘Fuga y grave en sol menor’ de Hasse y el ‘Concerto grosso nº 4’ de Alessandro Scarlatti. ¿En base a qué criterio ha diseñado el programa?
- La elección ha sido por la formación camerística que llevamos y porque quería presentar música napolitana. Veo importante mostrar la música instrumental napolitana, que es menos extrovertida que la veneciana. Es música más severa, contrapuntística y profunda, y a excepción de Latilla, que es más brillante, Hasse y Scalartti muestran perfectamente la mesura del lenguaje napolitano. Así presentamos otra cara de la escuela napolitana que da una idea de las distintas escuelas italianas; creo que supone un aprendizaje para el público que les enseñemos los distintos lenguajes.
- ¿Cuántos músicos intervienen en todas estas obras?
- Lo hará una formación típica de siete músicos, cuatro de cuerda, además de clave, tiorba y órgano. Es la formación que Muffat señala en su tratado como la típica italiana del siglo XVIII y que permite acceder a mucho repertorio. Hay que recordar que algunas piezas como la de Pergolesi están pensadas para ser tocadas por un solo músico cada parte. Esto ayuda a diferenciar y presentar mejor el contrapunto y el tipo de escritura. Es cierto que estas voces se pueden doblar como una orquesta, pero es menos típico en este tipo de repertorio.
- ¿Este tipo de decisiones interpretativas son las que han hecho que usted haya sido calificado como revolucionario? ¿Se lo considera?
- Estoy en contra de las denominaciones, pero vivimos en una época en la que ponemos etiquetas a todo. Cuando se dice que alguien es revolucionario interpretando repertorio italiano se le limita. Como músico me gusta acceder a todo tipo de repertorio, aunque no sea italiano. En mi caso, se habló de ‘revolución’ a raíz de la grabación de ‘Las Cuatro Estaciones’. Pero yo siempre digo que me acerqué a esta partitura como si estuviera descubriendo algo nuevo y ofrecí una visión pura y virgen de cómo la veía. En ningún momento fue un intento mercantil. Estoy en contra de lo que está pasando hoy en la música, que se basa en las imágenes y el marketing. Todo esto empuja a una visión enfocada sobre todo al intérprete. Nosotros somos intérpretes y debemos tener mucho cuidado y mucha modestia con la música. Hay que pensar en Pergolesi no en Biondi.
- No me negará que la música antigua y especialmente la del periodo barroco han vivido unos años de gran éxito. ¿Diría que sigue ‘de moda’?
- Pienso y espero que el éxito de la música antigua sea simplemente por reacción de la gente ante este repertorio que es súper bello y que se queda en la memoria de todos. Hay algo en ‘Las Cuatro Estaciones’ que gusta mucho al público. Espero que no sea por un marketing que empuja a ello, porque sería muy triste. Hay que enseñar al público lo compleja que es la historia de los siglos XVII y XVIII y dar acceso al XIX de otra forma. Muchas veces ni siquiera las denominaciones que utilizamos de ‘música antigua’ o ‘barroca’ son correctas. Ha salido hace poco un libro en el que pone que cuando a Bach le decían que era un músico barroco, él afirmaba que no podía comprender el término barroco. Estoy de acuerdo con esto. Se puede acceder a estos repertorios de otra forma y eso es lo importante. Creo en la inteligencia del público y en que no se deje llevar por estos aspectos marginales y de basura que no conducen a respetar la música. Veo mucha gente joven en los conciertos y quiero pensar que ese éxito surge de la música misma.
- ¿Prefiere revisitar repertorios que ya ha interpretado o abordar obras nuevas?
- En general estoy súper contento cuando mi trabajo ayuda a descubrir cosas nuevas y me alegra más que tener fama por la revolución de ‘Las Cuatro Estaciones’. La historia de la música es increíble y está llena de compositores y música fantástica y nuestra obligación es hacer que el público conozca toda esta música. Cuando alguien me dice que cómo es posible que no se haya interpretado hasta el momento una música maravillosa, o tocas obras desconocidas de compositores conocidos que es un misterio que no se hayan interpretado nunca… me reafirmo en la opinión de que nuestra obligación es acompañar al público a descubrir la música
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