La gran ilusión de una nueva vida en Galicia
La Voz de Galicia, 10-04-2006A la inversa del recorrido que hiciera el popular poeta gauchesco El Viejo Pancho partiendo de Ribadeo, cruzaron el Atlántico para vivir una nueva vida. El viaje: Uruguay – Burela. Mónica y Alejandra Cambeiro Urioste (nacidas en Montevideo en 1967 y 1970) regresaron a la Galicia de sus abuelos, que hoy enlaza a diversas generaciones de la familia. Las de ayer y de hoy. Mónica dio a luz en noviembre del 2005. «Rocío es buenita», describía a la pequeña en sus primeros días. «Creo que va a tener los ojos celestes y parece que es rubiona. Saca la sangre gallega. Es como el hermano, más Cambeiro que García». Juan Manuel, nacido en Uruguay, era hasta entonces el rey de la casa: «Está celoso cuando viene gente, pero durante el embarazo nunca lo mostró».
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El primero que puso pie aquí fue el padre, Alejandro, con un contrato de carpintero, su oficio. El niño se adaptó en clase a la realidad de la inmigración. Su mejor amigo del cole es caboverdiano, comunidad arraigada en Burela: «Juan Manuel se hacía el fuerte al principio. Decía: “Yo no vuelvo a Uruguay”. Pero tenía más allá que acá: su ordenador, su cuarto era como una juguetería… Al final se equilibró la cosa».
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Las dos hermanas encontraron en la hostelería una primera salida laboral. No era la soñada por Mónica. Es delineante, hizo Arquitectura en su tierra y fue allí donde, dice, encontró su «realización personal y profesional». En Burela participa en un programa de inserción laboral femenina.
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Mónica, con una carrera, lamenta el modo de pensar de los que ligan inmigración a «ignorancia» y que de su país tengan una imagen de atraso: «Cuando llegó, le preguntaron a Alejandra si había semáforos en Uruguay. Se tiene idea de que vienes de un país chico». «Algunos piensan – agrega su hermana – que venimos… no sé… de la selva».
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Mónica analiza la vivencia de emigrar subrayando que su marido llegó con un trabajo en la mano: «Te sentís que por ciertas circunstancias naciste allá. A mis abuelos los echaron de acá para allá y ahora estamos aquí porque a mi marido le llamaron. Nos costó tomar la decisión. Teníamos una casa, un negocio [regentaba una panadería]. Él vino con un trabajo porque hay españoles que no quieren hacerlo». «No estamos sacando el lugar a nadie», resalta las veces que haga falta. Alejandra asiente.
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