Hace poco más de dos años, coincidiendo con la Fiesta Mayor, se produjeron graves incidentes en Castellar en el que intervinieron grupos organizados de neonazis. El pasado sábado, dos jóvenes fueron detenidos por insultar y apalear brutalmente a un ciudadano portugués de origen guineano cuyo único delito era ser negro.¿Existe un caldo de cultivo para hechos de esta índole en Castellar? Queremos creer que no, pero sobre los dos detenidos, Abraham, de 22 años, y Carlos, de 24, debería caer todo el peso de la ley. Especialmente sobre el primero, que según la información policial lideró la brutal paliza y, además, ha sido arrestado hasta en 14 ocasiones por hechos similares. Eso es lo que no se entiende. ¿Por qué una persona con esos antecedentes puede continuar andando tranquilamente por la calle y agredir a quién le venga en gana sólo porque no le gusta el color de su piel? ¿No es suficiente haber cometido 14 delitos de índole presuntamente racista para estar encerrado en la cárcel? La Justicia debería tomar medidas, porque si Abraham no hubiera estado libre, es posible que el joven guineano no estaría ahora ingresado en un hospital con golpes por todo el cuerpo y fracturas diversas.Los gritos racistas en los campos de fútbol son un síntoma de que algunas cosas no van bien y, en ocasiones, el primer escalón de una escalera que acaba en la agresión. Pongamos freno antes de que sea tarde.