Tolerantes hasta que afecta la crisis
Los vascos que buscan trabajo o necesitan ayudas sociales son más reacios a la inmigración
Diario Vasco, , 25-01-2018La tolerancia hacia las personas inmigrantes depende de muchos factores: la edad, el nivel de estudios, la religión, la ideología, el barrio de residencia o la situación económica. A grandes rasgos, el grado de aceptación de la población vasca, aunque elevado, sigue mostrando contradicciones: para algunas cosas somos muy abiertos (contratar a una persona inmigrante como cuidadora de un dependiente, por ejemplo), pero para otras se mantiene el rechazo (el supuesto abuso de ayudas sociales es uno de los prejuicios más manifestados). El Barómetro 2017 sobre las percepciones y actitudes hacia la población de origen extranjero, recientemente publicado por el Observatorio Vasco de la Inmigración (Ikuspegi), no ha percibido grandes cambios en el nivel de tolerancia de la ciudadanía vasca. El 35% de la población encajaría en el grupo más tolerante; alrededor de la mitad se identificaría con un nivel ambivalente (con discursos contradictorios), y el 15% restante sería reacio a la inmigración.
Ese grupo está asociado más a mujeres, personas mayores de 64 años, personas sin estudios o con estudios primarios, católicas practicantes o no practicantes, no hablan euskera, de ideología de derecha o centro, con predominio de un sentimiento identitario español, que se declaran más bien nacionalistas españolas, personas jubiladas o al cuidado del hogar, insatisfechas con su situación económica actual, con ingresos familiares netos de hasta 1.000 euros, de estatus socioeconómico bajo o medio, a las que ha afectado mucho la crisis, pesimistas, con malas expectativas ante el futuro, y sin ninguna relación e interacción con personas inmigrantes ni en la esfera privada, ni en la pública, ni en su tiempo de ocio, les describe el estudio. Pero, bajo ese paraguas de baja tolerancia, se perciben matices que permiten identificar perfiles aún más concretos: personas xenófobas situacionales, personas racistas vulnerables, y personas intolerantes ideológicas.
Las personas xenófobas situacionales, como así se las define, son aquellas que rechazan a la persona extranjera cuando choca contra sus intereses personales, esto es, personas de bajo nivel de estudios, en paro o que necesitan ayudas sociales y que ven en la inmigración una competencia social para esas necesidades que cubrir. La crisis acentuó este rechazo hacia el extranjero. La recesión frenó la llegada de inmigrantes, pero a la vez influyó en que se diera un cierto vuelco en la percepción de la ciudadanía. Aunque sin llegar a provocar un choque entre culturas y personas, el paro alimentó una peor actitud hacia las personas inmigrantes.
Los datos
15% de la población vasca
se muestra reacia a la inmigración; un 35% es tolerante y la mitad mantiene un discurso con contradicciones.
12,6% de los ciudadanos
encuestados afirman que la inmigración supone un problema importante, porcentaje similar a años anteriores.
El Barómetro 2017 concluye, de hecho, que la percepción de los vascos ha ido mejorando en los últimos años hasta recuperar el escenario anterior a la crisis. Así, muestra que la presencia de personas inmigrantes no es percibida como un problema social, ni personal para la gran mayoría de la sociedad vasca. Tan solo un 12,6% de las personas encuestadas afirma, de forma espontánea, que la inmigración supone un problema y un 5,2% ha mencionado la inmigración como un problema personal. Los autores del informe están convencidos de que el nivel de tolerancia «está íntimamente relacionado con el clima de confianza o desconfianza, de optimismo o incertidumbre ante el futuro».
Las personas racistas vulnerables serían aquellas que se sienten inseguras y amenazadas porque la llegada de población extranjera supone cambios en su entorno que no se sienten capaces de afrontar, entre ellas, personas mayores, jubiladas o personas que se dedican al cuidado del hogar. Suelen mostrarse pesimistas ante el futuro.
Los intolerantes ideológicos rechazan a las personas inmigrantes por motivos de raza o religión. Son personas autoritarias, con dificultades para adaptarse a los cambios, de franjas de más edad, se definen a sí mismas con ideología política de derecha y de españoles (dentro de Euskadi), católicas practicantes, recoge el informe.
En general, y salvo esta población más reacia, la ciudadanía vasca acepta la diversidad y reconoce el enriquecimiento que supone la llegada de personas extranjeras. Hay un pero. Al mismo tiempo, cree que para lograr una mejor convivencia las personas inmigrantes deberían esforzarse por adoptar nuestras costumbres y tradiciones. Como ya han señalado anteriores ediciones del barómetro, el fenómeno de la inmigración «tiende a generar una reacción de tipo asimilacionista basada en la protección de las costumbre propias y dominantes en nuestra sociedad frente a nuevas realidades emergentes». Un posicionamiento social que ha calado.
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