El Senado de EE.UU. frena la reforma para legalizar a millones de inmigrantes
ABC, 08-04-2006
JOSÉ LUIS DE HARO
SERVICIO ESPECIAL
NUEVA YORK. Las esperanzas que anunciaban a bombo y platillo un acuerdo entre republicanos y demócratas sobre la polémica reforma migratoria han quedado frustradas después de que la mayoría del Senado rechazara ayer la propuesta.
En una aplastante votación con sólo 38 votos a favor y 60 en contra, los senadores no dieron luz verde al esforzado acuerdo elaborado entre los republicanos y demócratas el pasado jueves y que daba un soplo de esperanza a las estancadas negociaciones. Finalmente durante la mañana de ayer surgieron nuevas contradicciones sobre el texto que había sido aprobado anteriormente.
Con los legisladores en periodo de vacaciones durante dos semanas, no se tiene claro cuándo se podrá dar por aprobada la reforma, que ha provocado profundas divisiones entre los republicanos que controlan el cuerpo legislativo. Un decepcionado Larry Craig, senador republicano por Idaho, confiaba ayer en que «en las próximas semanas las propuestas definitivas se den a conocer», mientras que el demócrata Edward Kennedy reconocía que «el Senado estadounidense ha fallado en la necesidad urgente que tiene el país de imponer una reforma en la Ley de Inmigración, con lo que hemos fallado en nuestro compromiso democrático con los ciudadanos».
Los líderes de ambos partidos parecían haber alcanzado un compromiso sujeto con pinzas en el último minuto de la jornada del jueves, que incluso incluía la criticada propuesta del presidente Bush de establecer un sistema de «trabajadores temporales invitados a trabajar en el país». Esta idea fue tachada de descabellada por muchos republicanos, pero finalmente formó parte del texto que iba a establecer los mayores cambios en la normativa de inmigración de los últimos 20 años.
Pero la armonía entre repúblicanos y demócratas expiró pronto. Los primeros acusaron a sus oponentes políticos de intentar anular sus propuestas, a la vez que los demócratas afirmaban que los republicanos querían frenar sus aportaciones a la ley mediante largos y tediosos procesos de regulación.
El «espíagate»
Mientras George W. Bush recibía un serio golpe en su proyecto de legalizar a millones de indocumentados, ayer se sumaban nuevas voces críticas en otro de los frentes abiertos contra el presidente: el del llamado «espíagate». Los informes que aseguran que Bush dio su consentimiento a la filtración de información relativa a los servicios de Inteligencia en Irak, y que podría haber inducido a la revelación de la identidad secreta de la agente de la CIA Valerie Plame, siguen levantando ampollas.
El líder demócrata en el Senado, Harry Reid, calificó la información de «sorprendente» y animó al presidente a explicar detalladamente su participación en el caso.
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