Los menores marroquíes viajan solos a Catalunya, pero enviados por sus familias

La Vanguardia, 07-04-2006
- Los menores marroquíes que viajan solos a Catalunya no responden al perfil de jóvenes errantes, aventureros o problemáticos, según los esquemas aún dominantes, sino que responden a un proyecto migratorio familiar. Un estudio, encargado por la Fundació Jaume Bofill y presentado ayer, indica que la mayoría de estos menores no acompañados que han llegado en los últimos años suelen tener entre 14 y 17 años, son los hijos menores de familias rurales del sur de Marruecos y han sido empujados por sus propios padres para buscarse un futuro mejor que el que les puede deparar su país.
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Esta nueva perspectiva del fenomeno obliga a su vez a responder con medidas de protección distintas a las que se han venido aplican do, según se deduce del estudio realizado por las antropólogas Marta Comas y Violeta Quiroga. Las autoras proponen unos servicios estables y no de emergencia. Comas explicó ayer que deben eliminarse los centros de día separados de los de noche y en su lugar optar por centros residenciales, donde se garantice la atención y formación integral de los menores durante las 24 horas.
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En su informe señalan que estos menores no son en origen “niños de la calle”, ya que proceden de familias estables, sino que eéta es una condición que acaban adoptando aquí, muchas veces “como consecuencia de una protección y una atención ineficaz de las administraciones”.
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Para Marta Comas, ni los controles policiales ni la represión en las zonas fronterizas podrá evitar que los menores lleguen a las ciudades españolas. “Tenemos casos de jóvenes que han intentado quince veces cruzar la fronteras”, comentó Comas, quien también criticó la política de repatriaciones. Asimismo se da el caso de menores repatriados que al cabo de un tiempo vuelven a España. De hecho, son muchos los que afirman que están dispuestos a intentarlo tantas veces como haga falta. Las responsables de este informe consideran que la única vía para prevenir esta migración pasa por incrementar las oportunidades de futuro en Marruecos, con la implicación del Gobierno en la mejora del sistema educativo, el apoyo a las familias tradicionales y el incremento de oportunidades en el mercado de trabajo.
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Otras de las constataciones del estudio es que estos jóvenes llegan a Barcelona con más información que antes. Tienen familiares y amigos e incluso conocen el sistema de protección del menor, hasta el punto de que cuando son detenidos por los Mossos d´Esquadra piden que les lleven a la dirección general de Atenció a la Infància i l´Adolescència (Dgaia). Ya les han dicho que allí les facilitarán comida y cobijo y en el futuro una documentación.
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Los menores marroquíes que llegan a territorio español lo hacen principalmente en patera, como polizones de barco o escondidos en los bajos de algún camión que cruza en ferry. La familia ahorra hasta disponer de la cifra necesaria para el traslado (entre 800 y 1.500 euros) y se lo plantea como una inversión de futuro. Teniendo en cuenta la situación de esas familias, en medios rurales y con escasas posibilidades económicas, el esfuerzo para pagar este viaje resulta a veces “desorbitado”. Esta circunstancia refuerza el patrón de un “adulto trabajador” más que el de un joven.
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La llegada de menores marroquíes ha crecido en los últimos años, hasta el punto de que a lo largo de los últimos meses se calcula que cada día llegan a Barcelona entre uno y dos jóvenes. Los datos de la Dgaia más recientes dan una cifra de unos 44 menores mensuales. Esta situación ha desbordado los centros de acogida y las intenciones de la Generalitat de acabar con los centros que sólo son de día.
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