Los menores marroquíes escogen BCN como destino prioritario para emigrar
El Mundo, 07-04-2006Ni jóvenes errantes ni aventuras. Se van para no volver, con plan organizado, y Barcelona es su destino.
Los menores marroquíes que deciden emigrar de su país escogen la capital catalana de forma preferente. Y lo hacen para quedarse.
El estudio Menores que emigran solos de Marruecos a Cataluña, editado por la Fundació Jaume Bofill, revela que «Barcelona sigue siendo el destino preferente» y que «muchos chicos acabados de llegar se dirigen a la policía para que les oriente hacia las dependencias de la Direcció General d’Atenció a la Infància i l’Adolescència (DGAIA) porque confían que serán protegidos y resolverán su documentación».
Además, «en los últimos años ha habido un cambio de tendencia notable: la movilidad ha dejado de ser una característica definitoria de este colectivo a favor de una estabilidad creciente», según constata el informe.
«Podríamos decir que el modelo de jóvenes errantes que en un inicio había descrito a chicos que se movían a la aventura y en grupo sin horizonte claro». Este modelo, aseveran las autoras del estudio, «se ha ido sustituyendo por un patrón migratorio de adulto trabajador que se dirige allí donde cuenta con una red de conocidos y sabe que puede haber posibilidades de integración».
Elaborado por Marta Comas y Violeta Quiroga, la investigación se ha llevado a cabo a partir de 20 entrevistas en profundidad con menores que están en Cataluña, que se han complementado con más de 130 entrevistas a chicos de Marruecos y Andalucía y 65 entrevistas a las familias. Hace un tiempo, la mayor parte de los menores que abandonaban su país lo hacían desde zonas urbanas del Norte. Lo hacían «sin el consentimiento de los padres o con consentimiento resignado». El cambio de tendencia también repercute en el origen de los inmigrantes, que ahora provienen del Sur, más rural. Este viaje «se hace a menudo en patera y es financiado por todo el núcleo familiar, o aceptado y promovido por este».
La idea de que vienen engañados, con una imagen ideal, casi paradisíaca de Europa, ha quedado obsoleta. «Actualmente cuentan con toda la información necesaria para conocer las condiciones de vida en destino». Muchos de los que llegan cuentan, además, con familiares en cataluña y se han puesto alguna vez en contacto con ellos.No obstante, «en muy pocas ocasiones se ha formalizado la acogida, pero esta debería ser una vía a potenciar desde la DGAIA, siempre con el apoyo institucional necesario».
Crítico en ocasiones, el documento pone de manifiesto que «se continúa observando una falta de coordinación entre las diferentes comunidades autónomas». Una «descoordinación adminitrativa» que, regresan, «sí que tendría sentido hablar del efecto llamada como resultado de determinadas mejoras en los sistemas de protección».En noviembre de 2004, el número de chicos de entre 14 y 17 años recién llegados de Marruecos fue 384; en el mismo mes de 2005 fue de 483. Estas cifras suponen que, al mes, de media, viajan hasta Barcelona un total de 44 jóvenes.
Entre algunas de las conclusiones del informe, las autoras recomiendan «un cambio de orientación en ciertas instituciones de acogida que no consiguen generar confianza en el menor para evitar huidas o desencuentros conflictivos».
La tendencia al alza del número de recién llegados justifica, señala el texto, «que la recomendación principal sea la prevención en origen de una emigración prematura y de riesgo». En este punto recuerdan que «esto no se consigue con políticas represivas en la frontera, ni con repatriaciones: los chicos afirman que persisitirán en el intento de venir una vez tras otra, y los hechos confirman que es así».
Por este motivo reclaman «una política pública por parte del Gobierno marroquí que garantice el derecho a aspirar a un futuro mejor que tienen todos los adolescentes sea cual sea el país en el que les ha tocado vivir».
Con todo, una de las autoras del informe, Marta Comas, señala que es necesario superar el «estigma social» que pesa sobre estos jóvenes, bajo la creencia de que son «revoltosos, siempre van en grupo y son moros». Este prejuicio hace que «se les tache de predelincuentes y problemáticos» y «dificulta mucho la inserción laboral de estos jóvenes», lamenta.
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