Gemma Pinyol Jiménez Directora de políticas migratorias

“No estamos viviendo una crisis de refugiados, sino una crisis europea”

Bilbao acoge unas jornadas para debatir sobre el papel de las regiones en relación a la agenda de políticas de asilo y migración de la Unión Europea

Deia, Rubén Olveira Araujo, 14-12-2017

bILBAO- Directora de políticas migratorias y diversidad en Instrategies e investigadora asociada del Gritim-UPF, Gemma Pinyol Jiménez ha estado vinculada a distintos proyectos europeos, como el denominado Estrategia antirrumores para prevenir el racismo, financiado por la Open Society, o el C4i-Communication for integration, liderado por el Consejo de Europa y la Comisión Europea. En el marco de las jornadas sobre Cooperación para el Desarrollo que Sabino Arana Fundazioa y la Agencia vasca de Cooperación para el Desarrollo organizan desde 2013, Pinyol disertó en Bilbao sobre El papel de los actores no estatales en la gestión de la migración y el futuro de Europa.

Europa y migración. ¿Cuál es la nueva agenda migratoria europea?

-Se trata de una agenda muy genérica, que no entra en el detalle y que tiene una parte importante de respuesta inmediata a lo que está pasando. Por eso creo que no es una buena agenda, porque no da líneas de orientación para los debates que se están dando hoy en día. Pero para comprender esta agenda resultante también hay que tener en cuenta que estuvo condicionada principalmente por dos factores. El primero, el cambio de comisión, y el segundo, la mal llamada crisis de los refugiados.

La mal llamada crisis de los refugiados. ¿Por qué?

-Realmente hay una crisis humanitaria que nadie va a negarnos. Solo con la guerra siria, Europa ha vivido un influjo importante de personas refugiadas procedentes principalmente de ese país. Pero me preocupa que llamemos crisis a esto cuando en el mundo hay 65 millones de personas que han salido forzosamente de sus casas. Muchos de ellos ni siquiera han podido cruzar fronteras internacionalmente reconocidas, por lo que aún están en situación de mayor vulnerabilidad. Y teniendo en cuenta que en los países de la UE, una de las zonas más ricas del mundo, el influjo de tres o cuatro millones de personas en sus frontera haya generado una situación tal que se han puesto incluso en duda los valores de la unión, los mecanismos de coordinación interna, las instituciones, etc., creo que le hemos llamado crisis a algo que no es una crisis de refugiados, sino una crisis europea. En términos numéricos lo que estamos viviendo es insignificante.

Habla de valores europeos. ¿Cuáles se han puesto en duda?

-Para empezar, se está vulnerando el derecho internacional público. Es decir, derechos propios, como la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea en la que se habla del respeto a la diversidad, a la igualdad, el trato justo, etc. Prueba de ello son los discursos de algunos políticos europeos, que chocan con estos derechos en todos los sentidos. Pero además estamos poniendo en riesgo un valor esencial para entender de proceso de la construcción europea: la solidaridad. Ya no solo con el mundo, en sentido externo, sino también a nivel interno. Por eso es necesario que hagamos autocrítica

¿Qué autocrítica?

-Todos los instrumentos del derecho internacional público para proteger a la población refugiada son fruto de la Segunda Guerra Mundial. Estas políticas se idearon con la intención de proteger a la población europea de las propias barbaries europeas. Es precisamente cuando Europa deja de ser la receptora de esta protección para convertirse en la que tiene que proteger cuando se empiezan a poner en duda estos mecanismos.

En este aspecto, ¿cuál es el papel de las regiones y de los territorios en las políticas de asilo y de inmigración de la UE?

-De acuerdo a la agenda de inmigración, ahora mismo el papel sería cero, porque no hay ninguna mención a las regiones. Es decir, en el marco legal ni están ni se las espera. Pero esto no quiere decir que las regiones no tengan un papel fundamental, porque gestionan la cotidianidad del territorio junto con los ayuntamientos y la administración local. Principalmente, destacaría que las regiones pueden y deben exigir más espacios, porque no puede ser que la ley española no dé juego a las comunidades autónomas y a los ayuntamientos en materia de migración y asilo. Y sobre todo, donde ya se trabaja, pero hay que trabajar mejor y en coordinación con ayuntamientos y la sociedad civil, es, por una parte, creando nuevos espacios de complicidad y, por otra, elaborando una narrativa sobre la diversidad de los Derechos Humanos. Es decir, dar entender que las sociedades van a ser diversas nos guste o no y a esta realidad sacarle el máximo provecho posible desde un compromiso.

¿Cuáles son las conclusiones principales que se lleva de este encuentro?

Para empezar, una percepción: me da la sensación de que en Euskadi sois capaces de generar espacios, como el de hoy -por ayer, en el que articular todo el pensamiento y el conocimiento que hay y ponerlo en valor. Y para continuar, una comunidad autónoma como Euskadi puede y debe explorar hasta el límite cómo intervenir más y mejor en las políticas de inmigración y asilo, sobre todo en el marco europeo. Dada la concienciación existente, es algo que Euskadi podría y debería liderar.
las claves

“Las regiones pueden y deben exigir más espacios, porque gestionan la cotidianidad del territorio”

“Dada la concienciación existente, Euskadi podría y debería liderar las políticas de migración y asilo regionales”

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