El Consejo de Europa expresó hoy sus reticencias a la utilización de métodos agresivos, “como el examen dental, los rayos X y, especialmente, el examen de madurez sexual”, para determinar si un inmigrante es menor de edad, ya que “pueden causar un daño físico o mental”.

En un informe sobre esta cuestión, el Consejo de Europa hizo notar que la prueba de la madurez sexual aún se realiza en 7 de los 37 países miembros analizados.

Ese tipo de reconocimiento “debe reducirse al mínimo y utilizarse como último recurso”, subrayó.

La organización paneuropea define la determinación de la edad como “un procedimiento formal por el cual las autoridades buscan establecer la edad cronológica de una persona y determinar si es un adulto o un menor para decidir sobre sus derechos y obligaciones”.

En el informe, se constata la falta de un enfoque común de los procedimientos para determinar la edad y un “déficit de bases científicas y empíricas, que genera un riesgo de resultados arbitrarios”.

El principio fundamental para el Consejo es que “el margen de error en el cálculo de la edad debe aplicarse siempre a favor de la persona: debería ser tratado como un menor”.

Si no es así, “el niño corre el riesgo de ser detenido en instalaciones inadecuadas y estar expuesto consecuentemente a abusos y violencia”. Sólo veinte países tienen en cuenta ese margen de error.

El informe recomienda que el menor y su tutor “deberían dar su consentimiento a la determinación de la edad”, algo que ocurre en 26 Estados. Eso significa que el niño “debería tener derecho a rechazar su participación, especialmente en los exámenes médicos”.

La única referencia a España se refiere a la jurisprudencia del Tribunal Supremo, que prohíbe a las autoridades hacer exámenes de cálculo de edad cuando los inmigrantes o demandantes de asilo alegan ser niños con documentos que confirman que tienen menos de 18 años.

La organización pide que esos exámenes los hagan profesionales especializados, independientes e imparciales, con experiencia en el desarrollo infantil. Además, “el género, la cultura, las historias personales y el trasfondo familiar deben ser tenidos en cuenta”.

Aparte de España, entre los países examinados en el estudio están Francia, Italia, Rusia, Turquía, Ucrania, Polonia, Holanda, Bélgica y Grecia.