África de frente

Ocho de los diez países más inseguros son nuestros vecinos

Canarias 7, 02-04-2006


Las Palmas de Gran Canaria

El delegado del Gobierno en Canarias, José Segura, advirtió el pasado sábado en una conferencia pronunciada en Tenerife que España deberá afrontar en los próximos años una inmigración «numerosa y anárquica». El delegado del Gobierno sabe que a las pateras han sucedido los cayucos y que llegarán «barcos de otro porte». La visión del futuro del delegado está avalada por la intuición y el sentido común y coincide con la mayoría de los análisis internacionales al respecto, aunque no es la que parece tener su Gobierno, no sólo de la inmigración sino de toda la política del área africana en la que Canarias es una especie de «oasis» que no se sabe muy bien cómo proteger.

Los análisis internacionales indican claramente que estamos en medio de un «polvorín» y las políticas en materia de seguridad internacional para Canarias poco o nada avanzan en el Ministerio de Asuntos exteriores español donde impera el concepto de la «cooperación» y la defensa de los derechos humano en el plano ideológico y la estricta observancia de las reglas de la diplomacia entre sus funcionarios.

La vista Foreign Policy y el Fund for Peace, una ONG norteamericana, han presentado recientemente la primera edición de su Indice de Estados Fallidos 2005, un estudio que analiza la situación de los países del mundo que se encuentran en mayor riesgo de colapso por sus problemas sociales, económicos, militares y políticos. Un Estado fallido es aquel cuyo gobierno pierde el control físico de su territorio o el monopolio del uso legítimo de la fuerza. Otros síntomas de fracaso son la erosión de la autoridad para tomar decisiones colectivas, la incapacidad de ofrecer servicios públicos razonables o la corrupción generalizada, la incapacidad de recaudar impuesto. Según este estudio África, el continente en el que geográficamente nos encontramos los canarios, es con claridad, el que ofrece un peor panorama. Ocho de los diez primeros países que aportan inseguridad internacional son nuestros vecinos más inmediatos. Según Fund For Peace, los Estados que mayor peligro corren son: Costa de Marfil, la República Democrática del Congo, Sudán, Irak, Somalia, Sierra Leona, Chad, Yemen, Liberia, Ruanda, Zimbabwe, Guinea, Burundi y la República Centroafricana. Son estos Estados precisamente los que generan en su seno el tráfico de inmigrantes que padece Canarias y el entorno en el que se mueve la posible inseguridad internacional, a la que hay que añadir el conflicto del Sáhara, las siempre difíciles relaciones con Marruecos y las recientes yacimientos de petróleo en la zona.





















Canarias no aparece en ningún plan

n UE preocupada por los Balcanes.


La cuestión de los ‘estados fallidos’ ha sido ampliamente tratada por Javier Solana dentro de la estrategia de seguridad internacional diseñada por su equipo para la UE . No obstante, los documentos hechos públicos por la Unión, muestran una mayor preocupación por la situación en los Balcanes y el entorno del Mediterráneo y no por África.


n Cooperación.


Mientras en Francia el concepto «estados frágiles» está siendo utilizado y empleado en materia de seguridad, en España se habla de «prevención de conflictos y consolidación de la paz» y sigue imperando la visión de la cooperación, aunque con nuevos elementos de control, sin que Canarias aparezca más que dentro del marco de la seguridad militar.

El crecimiento económico trae más corrupción

El Banco Mundial identifica África con la máxima pobreza

A los análisis de la fundación Fund for Peace se unen los indicadores económicos del Banco Mundial que ponen de manifiesto una lenta recuperación de los parámetros económicos del continente africano, pero que nada tienen que ver con el mayor deterioro de si situación social. De acuerdo con la publicación anual del Banco Mundial African Development Indicators (ADI) 2005 el crecimiento económico de la región fue de un 3,4% en 2002 a 3,9% en 2003, y el Producto Interno Bruto (PIB) de 15 países de África al sur del Sáhara ha aumentado en forma constante a una tasa superior al 5% anual desde mediados de los noventa, y varios países incrementaron sus exportaciones en más de 10%. A pesar de lo optimista de los datos el propio informe advierte que todo lo logrado está amenazado por las guerras civiles, la rápida propagación del SIDA, la corrupción, la falta de ayuda y de inversión extranjera directa y la inestabilidad en los precios de los productos básicos.


El informe, que peca de optimista desde el punto de vista económico, muestra un continente severamente castigado por la miseria. En Sierra Leona, por ejemplo, prácticamente tres de cada diez niños mueren antes de cumplir los cinco años (284 por cada 1.000 nacimientos). Liberia cuenta con tres líneas telefónicas fijas por cada 1.000 habitantes. La tasa de alfabetismo de Zimbabwe es del 90%. El 22% de los etíopes tiene acceso a una fuente de agua segura, mientras que en Mauritania esta cifra asciende al 99%. En Malí, el 49,1% de los jóvenes entre 10 y 14 años trabaja, mientras que en Sudáfrica no existen jóvenes de esa edad que trabajen.


El Banco Mundial han identificado 30 Estados con «escasos recursos económicos sometidos a presiones de toda índole», doce de ellos en África, mientras que la Agencia Británica para el Desarrollo Internacional considera que el número de países con estructuras «frágiles» asciende a 46, 18 en el continente africano.


Otro de los organismos internacionales que reconocen el progresivo deterioro de África es Naciones Unidas, quien advertía en su informe anual de la Comisión Económica de las Naciones Unidas para África del pasado años que a pesar del incremento de los precios internacionales del petróleo y otras materias primas, el alto nivel de desempleo perpetúa la pobreza en África.


El propio Kifin Anán ha advertido en varias ocasiones que no tener en cuenta a los estados frágiles y los problemas que la desestructuración de éstos puede acarrear a los países desarrollados. No obstante la ONU no ha acogido el término en sus resoluciones y habla la «protección de las poblaciones amenazadas» sin que en ningún momento se adopten medidas para la intervención en casos extremos de descomposición de los estados.

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