«Los inmigrantes venimos mentalizados para trabajar en lo que no queremos»

El portavoz de la mayor comunidad de extranjeros de Vitoria cree que la ciudad «debe tomar medidas para evitar que se formen bandas latinas»

El Correo, 02-04-2006

Llegaron en silencio y ya conforman el colectivo de inmigrantes más numeroso de Vitoria, con 2.300 compatriotas. Jhon Freddy Hernández, presidente de la asociación Colombia – Euskadi, presume de que la capital alavesa es la única de España donde sus paisanos lideran ese ránking. Esta comunidad latina no sólo se ve paseando por las calles, sino que se asienta con fuerza en la ciudad. Tiene sus propios bares, restaurantes o pubs y trata de integrarse «para derribar el muro del rechazo». Vinieron con la idea de ganar dinero y volver a su país, pero muchos jamás cogerán el vuelo de regreso. «Esta ciudad es maravillosa», sentencia su portavoz.

– En los últimos años Vitoria ha asistido a la progresiva llegada de ciudadanos colombianos. ¿Qué les atrajo a esta ciudad?

– Es pequeña, tranquila y tiene un alto nivel de vida. Eso hace que la gente se anime a venir. Al principio sólo un núcleo reducido de personas de mi país llegó a Vitoria. Luego fue como una bola de nieve, llegaron más familiares y amigos. Hoy, según nuestros datos, esta es la única ciudad española donde los colombianos somos el grupo extranjero más numeroso. Aquí es fácil adaptarse y la educación y la asistencia sanitaria son buenas.

– Es decir, que todo responde al ‘boca a boca’…

– Sí. La prueba es que muchísimos de los colombianos que están en Vitoria son de la ciudad donde yo vivía, que se llama Ibagué.

– Por cierto, el segundo colectivo de extranjeros de la ciudad es el marroquí. ¿Qué tal se llevan con ellos?

– No hay mucha relación, pero creo que es porque ellos tienen muchas barreras. La primera es el idioma, y después está la religión. Eso provoca dificultades de trato, pero en términos generales no tenemos nada en contra de ellos.

Rudos con las formas

– ¿Qué diferencia hay entre lo que se cuenta en su país sobre España y lo que se descubre al llegar?

– En mi caso todo ha sido positivo, pero hay otros colombianos que cuentan cosas bien distintas. Por ejemplo, que se encuentran con que la gente les trata de forma brusca. Aquí se habla duro, se ordenan las cosas y te sientes golpeado. Nosotros somos más respetuosos, para todo decimos ‘por favor’ o ‘con permiso’. El coste de la vida también es muy distinto, aquí es más elevado. Y el clima deprime un poco.

– Usted es auxiliar administrativo, pero trabaja en un almacén. ¿Por qué no encuentra un puesto en su sector?

– Porque hay que enfrentarse a la realidad. El inmigrante está en desventaja frente a otros profesionales. El empresario siempre elegirá primero a los trabajadores de aquí. Hay pocas opciones. O te tragas tu orgullo o lo sacas y sufres hambre. Y luego pasa que ya no es tan fácil encontrar trabajo, sea de lo que sea. Antes estaba mejor.

– ¿Qué nivel educativo tienen los colombianos que llegan a Vitoria?

– Muchos tienen estudios universitarios, y la mayoría de bachillerato. Pero hay de todo.

– ¿Y en qué sectores es posible encontrar una salida laboral?

– Las mujeres colombianas suelen trabajar en la limpieza o cuidando niños y ancianos. Los hombres se ganan la vida en la construcción y en algo muy curioso: muchos son repartidores, no sé muy bien por qué.

– Sus títulos universitarios no les sirven para mucho.

– Ya, pero venimos mentalizados. Sabemos que nos va a tocar trabajar en lo que no queremos, en lo que nunca habías pensado o en lo que rechaza la gente de aquí. No podemos decir que la gente viene engañada. Sabes a lo que vienes, pero ganas dinero y puedes mandárselo a tu familia o traerte a los tuyos en el futuro. Pesa más eso que otras cosas.

– Hay quien dice que en esta ciudad hay rechazo al inmigrante. ¿Está de acuerdo?

– No, para nada. Pero el miedo al diferente siempre existe. Hay gente xenófoba por naturaleza, pero la mayoría de los ciudadanos es asequible. Tenemos que amoldarnos a lo que hay aquí. Y yo creo que los inmigrantes deben venir a trabajar y no a delinquir. Al que haga algo malo, que le castiguen.

– Habla de que los colombianos se amoldan a las costumbres vitorianas. ¿Podría ponerme un ejemplo?

– El tráfico. En Colombia un paso de cebra no sirve para nada, y las señales y los semáforos no existen a partir de las diez de la noche. Aquí, en cambio, las respetamos, porque son las normas.

– ¿Es consciente de que a los colombialos les cuelgan sambenitos?

– Claro. Para muchos Colombia es sinónimo de droga, mafia y sicarios. Eso nos perjudica.

– ¿Lo ha vivido en persona?

– Sí. Recuerdo que una vez iba con unos amigos por el Casco Viejo y se me acercó un chaval que me preguntó de dónde era y después me pidió que le vendiera droga. No dije nada, pero me molestó.

– ¿Qué me dice del precio de la vivienda?

– Es escandaloso, y más para los inmigrantes. Si los de aquí se quejan, imagínese nosotros. En Colombia un alquiler sale al mes por 200 euros, y me estoy refiriendo a una casa de lujo.

– ¿Qué pasa cuando llaman por teléfono para arrendar una vivienda? Los marroquíes critican que ningún propietario les admite.

– Sí. A veces te dicen que el piso ya está alquilado, te ponen excusas y cuelgan cuando te oyen el acento. Otros dicen directamente que no quieren a inmigrantes.

Un carnaval en junio

– ¿Qué piensa cuando contempla la trifulca política por el Auditorio? ¿Le importa este proyecto o le es indiferente?

– Sí me interesa. Creo que Vitoria necesita el Auditorio, porque supondrá potenciar las actividades culturales.

– Le nombro alcalde por unos minutos. ¿Qué haría en esta ciudad?

– De entrada, cambiaría el Carnaval de febrero a junio para potenciarlo al máximo y aprovechar el buen clima. Y otra cosa: construiría una nueva estación de autobuses. La que hay es cutre y deprimente para una ciudad como Vitoria. Menos mal que el Ayuntamiento ya lo tiene pensado.

– Por cierto, el Ayuntamiento ha anunciado que hará un gran centro para latinoamericanos en Lakua, la Casa de las Américas. ¿Qué opina de él?

– Es interesantísimo y nuestra comunidad está abanderando ese proyecto. Estamos muy ilusionados porque los latinos mostraremos allí a los vitorianos las cosas bonitas que hacemos.

– Las instituciones y la Policía tienen cierta inquietud ante la posible aparición en la ciudad de bandas latinas como los Latin Kings o los Ñetas. En Colombia esto no es nuevo. ¿La cosa es para preocuparse?

– En realidad, esas dos comunidades no existen en Colombia, eso viene de Estados Unidos. Lo que sí hay son pandillas que controlan barrios marginales enteros en los que no entra ni la policía. En Vitoria la cosa no es para escandalizarse, pero creo que hay que empezar a tomar medidas para que no se creen bandas latinas. A mí me consta que aquí sí hay grupos de muchachos delincuentes, aunque no son Latin Kings o Ñetas.

– ¿Por qué se crean estos grupos?

– Porque los chavales crean mitos. Creen que si se unen a una de esas bandas son más duros y ligan más. Y además, lo que pasa es que en España la sociedad es muy permisiva, lo que fomenta todo esto. Los niños hacen lo que quieren. Para nosotros es asombroso ver cómo los hijos responden o gritan a sus papás. En Colombia los padres son sagrados, aunque sean unos delincuentes.

– ¿Qué se puede hacer para evitar que surjan estas bandas?

– Ofrecer alternativas. Primero, para que más familiares puedan venir a estar con ellos. Luego, ofrecerles alternativas de ocio.

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