Manguerazo a los 'okupas' más limpios
Violento desalojo de un campamento de refugiados que habían sido expulsados de su ejemplar refugio
Diario Sur, , 25-08-2017Pocos edificios ‘okupados’ había en Italia más limpios, ordenados y organizados que el bloque de nueve pisos de la romana calle Curtatone del que fueron desalojados más de 400 refugiados eritreos y etíopes en la noche del pasado sábado. Al franquear la entrada de este inmueble situado en el centro de la capital italiana y junto a las oficinas del diario económico ‘Il Sole 24 Ore’, el visitante quedaba sorprendido al ver sus suelos relucientes y las paredes repletas de carteles en los que se explicaban las normas para vivir allí: nada de fumar o beber y papeles obligatorios para todos.
La antigua sede del Instituto para la Protección Ambiental, abandonada durante años, se había convertido en un hogar desde hace cuatro años para unos 250 hombres, 170 mujeres y 25 niños, muchos de ellos de corta edad, como atestiguaba una fila de cochecitos perfectamente alienados junto a las escaleras.
La precaria normalidad de estas personas, que cuentan con derecho a asilo al haber escapado de países donde su vida corría peligro, pegó un vuelco con la decisión de las autoridades italianas de desalojarles del edificio. Les prometieron realojarles en otros lugares, pero un centenar de ellos no se fío y optó por acampar en la plaza que hay junto al edificio. Su desafío acabó a primera hora de ayer cuando policías antidisturbios les despertaron a porrazos y con el chorro de una manguera a presión. Algunos refugiados reaccionaron lanzando objetos a los agentes, que se emplearon con dureza mientras varias mujeres pedían clemencia a gritos y se arrodillaban en la tierra con los brazos en alto. La situación de violencia que sufrieron estas personas que según la ley italiana deberían ser acogidas e integradas fue denunciada por un buen número de ONG. Los ocupantes del edificio de la calle Curtatone contaban incluso con el apoyo del Vaticano que, a través de la Limosnería Apostólica, les regaló una bomba para poder hacer llegar el agua hasta el noveno piso.
«Después de despertarnos con las mangueras nos han agarrado por el pelo y nos han pegado con las porras. Es absurdo: somos refugiados políticos y tenemos los papeles en regla», s1e quejó una de las inmigrantes. Otra de sus compañeras aseguró haber sufrido heridas en el rostro por la acción de los antidisturbios y decía que su única ambición era que les dieran un techo para dormir tras pasar cinco noches al raso. «De las casas en las que nos van a realojar solo sabemos lo que han publicado los periódicos. Aquí nadie nos ha dicho adónde vamos a ir», denunció. «¿Es este un Estado acogedor? No, es un país fascista e inhumano», opinó una tercera.
Las autoridades policiales justificaron su intervención asegurando que tenían noticias de que los refugiados contaban con bombonas de gas y cócteles molotov para utilizar contra los agentes.
Médicos Sin Fronteras atendió a 13 inmigrantes tras el desalojo. Según Tommaso Fabbri, coordinador general de esta ONG en Italia, es una «vergüenza que la falta de soluciones habitacionales alternativas haya llevado a una situación de violencia como esta. Urge garantizar a las personas desalojadas una solución digna, empezando por las más vulnerables».
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