Tribuna Libre. Las voces del compromiso

Canarias 7, 01-04-2006

Desde hace semanas presenciamos en Lanzarote una nueva y ruidosa polémica, motivada por la intención del Gobierno español de construir un Centro de Internamiento de Inmigrantes (CIE) en nuestra Isla. La llegada masiva de personas procedentes del continente africano, empujadas por el hambre, la guerra o la miseria, hace necesario un centro de estas características donde permanezcan estos ciudadanos hasta ser devueltos a sus países de origen. Se trata, simplemente, de acoger a los inmigrantes, de proporcionarles asistencia sanitaria y jurídica, de ofrecerles un refugio digno. En definitiva, sólo se trata de darles el tratamiento que merecen como seres humanos que son y cuya única diferencia con nosotros es que carecen de un sello en su pasaporte que les permita viajar en libertad por el mundo.

Pero una vez más se impone el ruido, el ruido bronco y persistente alentado por políticos sin escrúpulos que ven en el fenómeno de la inmigración una suerte de filón dorado donde extraer votos: que si el centro de inmigrantes en Marruecos y Mauritania, que en Güime no, que en Tahiche tampoco, que el Estado se busque la vida y lo construya en el aeropuerto, que los inmigrantes traen inseguridad en nuestras calles y enfermedades contagiosas… Mucho ruido, muchísimo, causado fundamentalmente por la derecha retrógrada y el nacionalismo insolidario, que ven un flanco claro para atacar a Marcial Martín, el director insular de la Administración del Estado que todos los días apela a la solidaridad y a la comprensión de los sectores políticos y sociales de Lanzarote a la hora de convencerles de la urgente necesidad de un CIE en nuestra Isla.

Mucho ruido y mucha hipocresía. Grandes dosis de falsa moral. ¿Cómo se puede llorar ante el cadáver hinchado de un inmigrante a quien el mar ha traído hasta una playa, y luego erigirse en presunto defensor de los ciudadanos y asegurar que jamás se permitirá un CIE en su municipio? ¿Cómo se atreven a rechazar un equipamiento básico destinado a prestar ayuda humanitaria a quienes no tienen nada en este mundo, alegando absurdas razones de autonomía municipal? ¿Por qué se esconden tras argumentos hipócritas y no dicen lo que piensan con respecto a los inmigrantes? ¿Por qué no se callan, y dejan de hacer ruido?

Frente al ruido: serenidad, compromiso y solidaridad de los ciudadanos, ante comportamientos xenófobos y excluyentes de muchos representantes políticos que nos causan bochorno diario. La solución a un fenómeno global como la inmigración no puede tener carácter local, y es imposible construir una valla metálica en la costa africana desde Ceuta hasta Namibia. Pero si podemos aportar cordura y sentido común, y por eso es imprescindible el concurso de las ONG, de los colectivos progresistas, de la Iglesia católica y de Cáritas, que en otras ocasiones ha hecho público su malestar, de las gentes de bien de esta Isla, que son la inmensa mayoría y de las fuerzas políticas responsables. Entre todos podemos conseguir que callen los intolerantes y sólo se escuche la voz del compromiso, de la solidaridad y de la tolerancia.

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