Hajar

La Verdad, 01-04-2006

Pues sí, Hajar se llama la niña. Claro, el apellido suena raro porque es marroquí. Hajar, ya digo, nació en Marruecos. Mas, comoquiera que sus padres no podían darle ni de comer, ni de estudiar, la familia se vino a Murcia. Hajar reside en Alhama y acude diariamente al colegio que, como no podía ser de otra manera, se titula de Sierra Espuña.

Hasta la fecha, los niños que destacaban – por su inteligencia, por su aprovechamiento – eran todos de por aquí de la zona. Los otros, los venidos de fuera, sólo eran noticia por haber llegado en patera, o por vivir hacinados en un cuartucho, o por sufrir en sus carnes la desesperación de sus padres. Cosas así, todas negativas.

Pero tenemos que, anteayer mismo, Hajar aparece en los periódicos. Y lo hace para bien. Como ejemplo para otros niños, tanto si son de por aquí como si son extranjeros. La criatura se ha presentado, por propia decisión, a un concurso nacional de UGT sobre – agárrame esa mosca por el rabo – Inmigración, emigración e interculturalidad. Y escribió con tanto mérito su relato intercultural, que un jurado presidido por Almudena Grandes le otorgó la Mención de Honor.

A mí (y supongo que al lector también) se me queda muy bien el cuerpo después de conocer lo que acabo de contar. Porque, quieras que no, es una prueba – entre muchas que ignoramos todavía – de que el mestizaje cultural entre diversos pueblos enriquece al conjunto. Que todos somos igualmente humanos, colores aparte, con nuestros sesicos funcionando dentro de nuestras cabecicas.

Ya iremos viendo, conforme discurran los años, cómo los inmigrantes no aportan sólo mano de obra barata. Los encontraremos – como a los negros de las películas americanas – en puestos de muy notable significación.

Si ya ahora, con su mero trabajo manual y más que sacrificado, colaboran para que España funcione mejor, llegará el día en que muchos de ellos serán paradigma del buen ciudadano. Y, por lo tanto, dignos de imitación.

Pero hay que ayudarles. Y por eso mismo menciono aquí a la profesora de Hajar en Alhama, Carmen Molina, y a Mayte Caro, enseñante en la Universidad, que incluyó un relato de la pequeña en el libro Mas de cien mentiras.

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