Aulas violentas

Los maestros de una escuela alemana piden su cierre, abrumados por la conflictividad

El Correo, 01-04-2006

La escuela básica Rütli de Berlín es, desde ayer, la más famosa de Alemania a causa de una carta enviada por sus maestros a las autoridades, donde piden que sea cerrada a causa del caos y la violencia que impera en las aulas. «Estamos en un callejón sin salida y no hay perspectiva de que la situación cambie», denuncia la misiva, enviada hace un mes al ministro de Educación berlinés. «Los alumnos patean las puertas, tiran objetos a los profesores y algunos docentes sólo asisten a clases con el teléfono móvil a mano para, en caso necesario, pedir auxilio».

La dramática capitulación de los docentes de la escuela, ubicada en el conflictivo barrio de Neuekölln, consternó al país. Pero su realidad es común a muchos colegios de Berlín: 186 de los 224 alumnos de Rütli – el 83% – son de origen extranjero, en su mayoría árabes y turcos. «Los árabes son los peores; oprimen a los turcos y al resto de los alumnos», describe una maestra ante el periódico ‘Tagespiegel’. «A veces tenemos la impresión de que estamos formando a criminales y terroristas».

Los profesores se quejan de la falta de respeto y de la agresividad de los estudiantes y de la falta de apoyo y comunicación con los padres, que no dominan el idioma alemán. Después de pedir ayuda a las autoridades y soportar la creciente violencia en las aulas, llegaron a una conclusión categórica. «En las actuales circunstancias, la escuela debe ser cerrada para que se pueda crear una nueva instancia donde los alumnos y los maestros recuperan la alegría en la enseñanza».

«No somos criminales»

La carta ha despertado un viejo debate que puede provocar una ola xenófoba, pero también deja al desnudo el fracaso de los políticos para integrar a los hijos de inmigrantes, que se sienten rechazados por la sociedad alemana.

En una tardía reacción oficial, el responsable de Educación de Berlín, el socialdemócrata Klaus Böger, descartó terminantemente la petición de cierre, pero ordenó que el centro fuera vigilado permanentemente por la Policía.

Desde ayer, varios agentes hacen guardia a la entrada y buscan armas en las bolsas de los alumnos. «No somos criminales», aseguraba un joven turco, que se queja de que todos los maestros sean alemanes. «Si ellos nos respetan, nosotros también les respetaremos».

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