La ordenanza cae bien
El incivismo no se percibe como un gran problema, pero se advierte que ha crecido y se teme que siga en ascenso
La Vanguardia, 31-03-2006Un mes y medio después de entrar en vigor, la ordenanza del civismo y la convivencia en Barcelona se ha ganado el favor de tres de cada cuatro ciudadanos que la conocen o han oído hablar de ella. El barómetro municipal elaborado entre el 7 y el 9 de marzo (la ordenanza se empezó a aplicar el 25 de enero) recogía que el 75% de esos encuestados hace un balance positivo o muy positivo de la ordenanza. Sólo un 12,5% la considera negativa o muy negativa. La alta valoración no responde a que el incivismo se perciba como el primer problema de la ciudad, sino porque, como recoge la misma encuesta, sí se aprecia un deterioro del nivel de civismo y convivencia, frente al que la mayoría cree útil la ordenanza.
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Este buen balance parece ser uno de los factores que han influido en la mejora de la opinión ciudadana respecto a la gestión del alcalde Joan Clos y la recuperación de la intención de voto a su partido, que también recogía el sondeo municipal. Y es que una mayoría holgada (el 64,8%) considera que una ordenanza de este tipo era bastante o muy necesaria. Un porcentaje algo menor pero bastante alto (el 58,8) considera buena o muy buena la ordenanza aprobada.
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En los resultados del barómetro de primeros de marzo que se han hecho públicos esta semana, el primer dato significativo respecto a la ordenanza y al civismo es que el 58% de los 800 entrevistados conoce o ha oído hablar de la nueva normativa. De éstos, más de la mitad (52,4%) cree que el objetivo de la ordenanza es mejorar el civismo y la convivencia o el orden público y la seguridad.
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También hay una mayoría relativa que cuando se le preguntó sobre cuál sería el aspecto más destacable de la nueva ordenanza (sólo valía una respuesta) contestó que el civismo (18%) o la prostitución (13%) bastante por encima de la seguridad o el orden público (7,5%). Es seguro que el debate público de los últimos meses sobre la ordenanza, primero como proyecto, luego ya durante su aplicación, ha motivado estas respuestas, como seguramente hubieran variado de haberse hecho la encuesta tras los graves altercados del 17 de marzo en el Raval.
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El barómetro recoge que la falta de civismo no es la primera preocupación de los barceloneses. Cuando han de dar una sola respuesta, el incivismo (4,1%) aparece por detrás de la inseguridad (21,3%), los problemas asociados a la inmigración (12,3%), el acceso a la vivienda (10%), la circulación (9,4%) y limpieza (8,4%).
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El incivismo no se percibe, pues, como un gran problema, pero sí se teme que crezca como tal. De este temor da idea el hecho de que el 58,9% de los encuestados cree que en los últimos tiempos ha empeorado el nivel de convivencia, civismo y respeto a las normas para esa misma convivencia. La combinación de todas esas respuestas da una idea de que los barceloneses (más preocupados por la seguridad o el acceso a la vivienda) han visto empeorar el grado de civismo de una parte de la población y han valorado que se le haga frente con la ordenanza.
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Así, no es de extrañar que los barceloneses apoyen el rigor en algunas sanciones. Un 96,8% está muy o bastante de acuerdo en multar el vandalismo y los destrozos en el mobiliario urbano. Algo menos (88,9%) aprueban castigar a quienes orinan en la calle y el 88,2% apoya sancionar a los trileros.
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También se aprueban las sanciones de conductas xenófobas, sexistas o racistas (87,5%); el ofrecimiento o aceptación de prostitución cerca de las escuelas (85,6%); la mendicidad coactiva o con menores (84,3%); el consumo de alcohol en espacios públicos si causa molestias (82,5%); el sexo retribuido en la calle (79,7%), y los grafitis y pintadas (79,6%). En cambio, la prohibición de otras conductas parece plantear más dudas a los entrevistados. Así, un 40,2% está poco o nada de acuerdo en que la aceptación de servicios no autorizados, como el tarot, los tatuajes o los masajes, sea motivo de multa. De igual modo, un 28,1% cree que no debería multarse la venta en top manta,una actividad en la que los barceloneses perdonan más al comprador (un 35,7 cree que no debería ser sancionado).
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