Megaautoestima
Canarias 7, 30-03-2006
Quién sabe si nos estamos deslizando desde el discurso de la superpoblación al de la megaautoestima. Porque rizando el rizo de ese malsano intento de los nacionalistas canarios para extraer las esencias del alma canaria y darle la vuelta a su favor, el presidente del Gobierno de Canarias asimiló ayer mayor autogobierno con mayor autoestima, tras lo que aseguró que aquí no hay nadie aplatanado como el que niega con vehemencia que el hombre proceda del mono sin que nadie le haya sugerido tal parecido.
Si en los cafés es cada vez más habitual observar a la gente relatar con verdadero agobio que aquí no cabemos todos, sin que conste que se le hayan instalado en el jardín posterior de su segunda residencia un grupo de subsaharianos tan muertos de hambre como irregulares ni una cuadrilla de sudamericanos dispuestos a hacerles cualquier trabajo mínimamente remunerado, no tardaremos mucho en escuchar como el canario es un ser despreciado por la metrópoli porque su Gobierno autonómico no tiene la gestión de los aeropuertos, ni agencia tributaria, ni competencias en Sanidad Exterior ni en residencia y trabajo de extranjeros. Unos desgraciados en suma que no levantarán la cabeza en el camino de la felicidad que les ha sido prometido por su Mesías nacionalista mientras los inmigrantes les quiten los puestos de trabajo que tienen merecidos y el territorio y el paisaje que consideran un patrimonio exclusivo y excluyente y el Estatuto de Canarias no contenga ni una competencia menos que el de Cataluña.
Salvo esta estricta novedad aportada por el presidente al animaliario nacionalista, el Debate sobre el Estado de la Nacionalidad volvió a ser este año completamente prescindible. Tanto que una de las propuestas que salió del mismo, con cargo a Juan Carlos Alemán, fue precisamente modificar su estructura para evitar aburrir a las ovejas cuando lo que se pretende es dar un espectáculo político como riguroso estreno de la temporada.
Alemán fue precisamente el que tuvo una mejor actuación, tanto en el fondo como en las formas, en las que se ha consumado como un reputado orador, incisivo, natural y ayer sólo con su justo punto de agresividad. Que lo que diga ante la tribuna coincida o no más tarde con su practica política es una cuestión sobre la que habría mucho que hablar. Al menos ayer consiguió hacer creíble una situación tan difícil como la que vive el PSC, a punto de morir de responsabilidad a las puertas mismas del banquete del poder nacionalista.
En el extremo opuesto cabe situar a José Manuel Soria, que como muy bien se cuidó de señalar Alemán perdió ayer la oportunidad de presentarse como el jefe de la Oposición. Sólo tuvo un acierto importante, que fue cuando advirtió a Adán Martín que mejor comparezca ante la comisión de investigación del caso Amorós porque de lo contrario el PSC le pasará eternamente la factura por haberle prestado sus votos para evitarlo. Si será cierto que todavía le están reclamando a Manuel Hermoso el coste por la decisión de Jerónimo Saavedra de librarle de ser llamado al banquillo para declarar por el caso Floreal…
Pero a Soria le sobró ayer mala uva y le faltó finura, producto de todo lo cuál firmó una mala mañana como todo torero tiene su mala tarde.
La puntilla fue sin embargo cosa de Adán Martín, que si la primera jornada resultó tan insufrible como acostumbra, en la segunda no dio el menor respiro a la generosidad ni ningún dato que permita afirmar que lo del código ético es algo más que un titular preparado por sus colaboradores para la ocasión.
El presidente tiene tantos datos en la cabeza – muchos de ellos absolutamente tontos – que no le queda hueco en el cerebro para Canarias. Para elevarse sobre el barullo en el que habita para observar a la comunidad autónoma como un todo global que bien merece no sólo una diagnosis estadística, sino una hálito de espíritu social y político que él parece incapaz de insuflarle.
Si el presidente estará lejos del mundo, si se habrá creído sus propias fábulas, que sigue convencido de que a los canarios les preocupa más la superpoblación que la salud y la educación de sus hijos. Yo no sé con que clase de canarios se trata el presidente, pero por mi barrio no ha venido. Pongo el cuño.
Ayer se acordó de agradecer al PSC que le permita gobernar en minoría. Pero lo hizo de compromiso.
Mientras la realidad no le pegue un buen susto, seguirá pensando que está ahí porque Canarias le necesita. Y que la movilidad que necesitamos consiste en saltar de isla en isla a un precio módico si es el caso que nos ha apetecido asistir a un acto cultural.
Se lo dijo ayer José Manuel Soria fuera de la tribuna. La movilidad que necesitan los canarios es no tirarse dos horas en el coche para acceder al puesto de trabajo que les espera en las capitales. Qué gran verdad.
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