Una semana después de la cumbre del G – 7 en Taormina, en la que Donald Trump confirmó su voluntad de desconectarse del mundo, Romano Prodi pide a la UE que aproveche la soledad de este momento para relanzar la construcción europea, de forma particular en el campo de la defensa. Dos veces primer ministro italiano y presidente de la Comisión Europea de 1999 a 2004, el veterano ‘Professore’ lanza un desafío a los independentistas catalanes («¿Por qué debemos dividirnos?») y dice que la burocracia es el principal lastre para el crecimiento de Italia. A cómo sacar a su país y a Europa de la crisis dedica Prodi su último libro, titulado ‘El plano inclinado’.

¿Estamos en un momento de vacío en el liderazgo mundial?

Desde hace años en el G – 7 apenas se toman decisiones de carácter definitivo, pero pese a ello seguía siendo un útil lugar de encuentro para algunos de los grandes poderes de la Tierra. Está claro que es difícil tomar decisiones inmediatas cuando faltan China y Rusia. Aun así, esta cita permite que durante dos días se hable de forma franca y directa alrededor de una mesa, intentando encontrar un modo de caminar juntos. Este año ha sido diferente: ha surgido una tensión entre el presidente de Estados Unidos y los países europeos que antes no se había visto. Es interesante que Donald Trump no participara en la conferencia de prensa final y optara en cambio por hablar ante sus soldados en la base militar de Sigonella. Marcaba así una ruptura.

¿Mostraba al mundo lo que significa su proyecto de ‘EE UU primero’?

Ese ha sido el punto clave del G – 7: la afirmación del ‘EE UU primero’ de Trump, lo que supone una contradicción intrínseca con el hecho de estar reunidos siete países. La cumbre hay que entenderla con la sucesiva declaración de Angela Merkel, cuando dice que Europa no podía fiarse ya de Estados Unidos y que los europeos teníamos que tomar nuestro destino en nuestras manos. Si esto sirve para reavivar el sueño europeo, que viva Trump.

¿Y por dónde debe tirar Europa ante este panorama?

Después de lo que ha dicho Merkel, está claro que Alemania está a favor de una profundización de la Unión Europea en campos nuevos, entre ellos el de la defensa. Puede ser un hecho verdaderamente nuevo el de la defensa común. Un eje francoalemán puede volver a equilibrar Europa si incluye además a España e Italia. Cuando Merkel dice que nunca ha habido una distancia tan amplia entre Europa y Estados Unidos, está dejando claro que hace falta un paraguas militar europeo. Es el momento para una defensa común.

¿Para conseguir esa defensa común europea hará falta aplicar el principio de dos velocidades de manera que se eviten los eventuales vetos de alguno de los Veintisiete?

Sin duda. Es imposible tener unanimidad en esta fase. Si se consigue es obviamente mejor, pero si todo depende de la unanimidad seguimos sin decidir nada.

¿Se han convertido en papel mojado los Acuerdo de París sobre el clima después de que Trump anuncie que desea abandonarlos?

Hay que seguir adelante pese a la salida de Estados Unidos. Aquí está en juego el futuro de la humanidad. Es necesario tener paciencia y señalar la necesidad de llegar a acuerdos.

Italia lleva años clamando a sus socios europeos para que arrimen el hombro ante el drama de la inmigración. ¿Ve posibilidades de que los países de la UE cambien su actitud?

No veo muchas perspectivas al respecto. Los inmigrantes llegan del mar y suponen un problema humanitario gravísimo. Es bastante ridículo que una nave de otro país los recoja para llevarlos luego a Sicilia.

¿Qué soluciones propone?

A corto plazo hay que actuar de manera decidida y enérgica en Libia. Luego a largo plazo hay otras cuestiones que debemos afrontar juntos. La política mediterránea europea siempre ha sido débil. Italia, España, Francia y Grecia deberían darse cuenta de que si no reforzamos la orilla sur del Mediterráneo tendremos siempre problemas. Yo renuevo mi propuesta de crear un Banco del Mediterráneo y universidades mixtas, con estudiantes y sedes del Norte y del Sur. Si se hubieran aprobado estas medidas cuando las propuse en la Comisión Europea, tal vez la Primavera Árabe hubiera sido un poco distinta.