Trump se pone a prueba en su primera gira internacional

El Periodico, , 19-05-2017

Los últimos cinco presidentes de Estados Unidos iniciaron su agenda internacional de viajes con visitas a sus vecinos, México o Canadá, pero Donald Trump, deshacedor de tradiciones, también rompe con esta. Este viernes el mandatario se ha embarcado en el Air Force One, acompañado de prácticamente todo su equipo, rumbo a Arabia Saudí. El reino es la primera etapa de un ambicioso y complejo viaje de nueve días, lleno de tantas oportunidades como retos, que le llevará también a Israel, al Vaticano, a las sedes de la OTAN y la UE en Bruselas y a la cumbre del G – 7 en Italia.

En vez de solo tierra Trump pone un océano de por medio para intentar alejarse de la crisis y el caos que él mismo ha provocado en EEUU con sus polémicas acciones relacionadas con la investigación de la injerencia de Rusia en las elecciones y la potencial colusión de su campaña con Moscú, especialmente el cese del director del FBI, James Comey. Y aunque la prensa estadounidense le acompaña en el viaje, la clara esperanza del equipo de la Casa Blanca es desviar por unos días el foco de esos problemas. Solo estar fuera dos semanas es probablemente bueno, le ha dicho a ‘The Washington Post’ James Carafano, un experto en política internacional de la Fundación Heritage con lazos con la Administración. Lo bueno de un viaje es que controlas el ambiente, la interacción, la agenda y el acceso de la prensa.

Trump, no obstante, no es un presidente cualquiera, como tampoco lo son su estilo o su volatilidad. Y no son solo algunos observadores quienes ponen en cuestión que un presidente que está aprendiendo como poco a trompicones las realidades y complejidades de su cargo y de la política y que ha provocado ya unas cuantas turbulencias en asuntos internacionales y de seguridad nacional vaya a ser capaz de no saltarse el guión o los protocolos. Si cometes una torpeza en uno de estos viajes, no es culpa de nadie más que tuya propia, le ha recordado Carafano.

La compleja y ambiciosa agenda del viaje, que trata de marcar un giro de 180 grados respecto a la política de Barack Obama y de enviar un claro mensaje de ese giro a Irán, abona el terreno para estar en tensión. En Arabia Saudí, por ejemplo, el presidente que llegó a decir el islam nos odia y que ha intentado vetar la entrada a EEUU de inmigrantes de países musulmanes va a dar un discurso en una cumbre con 50 líderes musulmanes. Su asesor de Seguridad Nacional, H.R. McMaster, ha anunciado que la intervención será respetuosa y que con ella Trump pretende unir al mundo musulmán contra enemigos comunes de toda la civilización. Esta no es una batalla sobre religiones, ni sobre culturas, sino sobre el bien y el mal, ha dicho el secretario de Estado de Trump, Rex Tillerson, adelantando también el mensaje central del discurso (en cuya redacción ha participado Stephen Miller, uno de los ayudantes que ayudá al presidente a preparar el veto).

Las paradas en Israel y el Vaticano, donde completará su tour de centros neurálgicos de las tres principales religiones monoteístas, tampoco estarán exentas de tensa atención. La semana pasada Trump traicionó al importante aliado estadounidense al compartir con dos altos cargos rusos en el Despacho Oval información confidencial sobre el Estado Islámico pero esa ha sido la última de las tiranteces crecientes entre Binyamin Netanyahu y la Casa Blanca, que podría intentar relanzar las negociaciones con los palestinos. Y cuando el miércoles se siente con el Papa Francisco, estarán cara a cara dos hombres que se han enfrentado retóricamente y que discrepan en cuestiones fundamentales como la inmigración y los refugiados o el cambio climático.

Las últimas dos patas del viaje, con las reuniones en Bruselas y la participación en la cumbre del G – 7 en Sicilia, también son retos para Trump, que según ’Politico’ ha tenido poco tiempo para concentrarse en las sesiones informativas que se han organizado para prepararle. Le ocupaban el aluvión de crisis del Rusiagate, pero también una dificultad de concentración que no se oculta. Según ha informado la agencia Associated Press, a las delegaciones extranjeras que participarán en las reuniones de la OTAN y del G – 7 se les ha informado de que el presidente estadounidense prefiere presentaciones cortas y muy apoyadas en elementos visuales.

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