No darás cobijo a Snowden
de secretos
La Vanguardia, , 17-05-2017La filipina Vanessa Mae Rodel y los ceilandeses Ajith Pushpakumara y Supun Thilina Kellapatha no se conocían de nada, ni sabían de sus respectivas existencias. A todos ellos, sin embargo, los unió el destino. En sus exiguas viviendas de la periferia de Hong Kong acogieron por unos días a la persona más buscada del planeta en el verano del 2013: Edward Snowden, el analista de la NSA que filtró miles de documentos secretos que revelaron la red de espionaje electrónico de EE.UU. Ahora, cuatro años después, todos ellos han visto rechazadas sus peticiones de asilo por la ex colonia británica y corren el riesgo de ser detenidos o deportados a sus países de origen.
Su abogado, el canadiense Robert Tibbo, que también asesoró a Snowden, considera que en la decisión de las autoridades hongkonesas ha pesado su implicación en un caso de espionaje internacional. “El rechazo a las demandas de asilo de los siete afectados [cuatro adultos y tres niños] llegó el mismo día, a pesar de que cada uno de los adultos presentó su solicitud con años de diferencia”, dijo. Lo único que tienen en común, añadió el letrado, es que “alimentaron y protegieron a Snowden”.
Las autoridades de Hong Kong negaron tales acusaciones y señalaron en una nota que “todas las demandas se examinan bajo los mismos procedimientos y requisitos y el departamento de Inmigración ha estado manejando cada demanda de no devolución de manera profesional, justa, imparcial y eficiente”.
La realidad, sin embargo, es que tras conocer la noticia este grupo de personas vive con una gran incertidumbre y sin saber qué será de ellos. Según las leyes de Hong Kong, disponen de 14 días para apelar y si el fallo es negativo tienen tres meses para solicitar una revisión judicial ante el Tribunal Supremo. Y sólo si todos los trámites fracasan serán detenidos y deportados. No obstante, los servicios de Inmigración pueden detenerlos en cualquier momento.
“Estoy muy sorprendida y muy triste. Sé que pueden detenerme. Estoy muy preocupada”, declaró la filipina Vanessa Rodel, madre de una hija de cuatro años nacida en Hong Kong. “No quiero separarme de mi hija. Prefiero morir”, dijo tras conocer la resolución de las autoridades locales.
Rodel, que presentó una petición de protección a la excolonia en el 2010, no supo quién era el occidental que su abogado Tibbo le había llevado a casa hasta que un día fue a comprarle el diario South China Morning Post y vio que había una foto de Snowden en la portada, según explicó en su día a The New .
Igual de inquieto por su suerte, o más, está Ajith Pushpakumara, un exsoldado del ejército de Sri Lanka de 45 años que desertó y presentó una demanda de asilo en el 2006, que acogió a Snowden después de Rodel. “No puedo regresar a Sri Lanka. Me torturarán de nuevo, no quiero ser torturado”, clamó Ajith. Y con la misma amenaza de expulsión se encuentra su compatriota Supun Thilina Kellapath, su esposa y sus dos hijos.
Todos ellos vieron reactivados sus casos al desvelarse sus identidades poco antes de que se estrenara la película de Oliver Stone sobre Snowden. Y todos están pendientes ahora de la decisión de las autoridades de un territorio que no ha firmado la Convención de la ONU sobre refugiados, pero examina las demandas de protección ante posibles casos de torturas o trato inhumano si son devueltos a sus países de origen. Un trámite que es muy lento. Entre el 2009 y el 2016, Hong Kong sólo ha reconocido 72 casos y hay 8.956 solicitantes de asilo esperando una resolución que puede tardar años.
Todo ello hace que Robert Tibbo no se quite de la cabeza el influjo político del caso y tema que sus clientes sean expulsados de Hong Kong. Por ello, mientras prepara los recursos está pendiente de las peticiones de asilo que cursó ante Canadá en marzo. Todo para intentar acabar con la precariedad que sufre esta red de voluntarios que acogió a Snowden sólo por ayudar.
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