Más de 20.000 refugiados de la RDC huyeron a Angola desde abril, según Acnur

El Periodico, EFE, 13-05-2017
Unos 20.563 refugiados de la República Democrática del Congo (RDC) han huido a Angola desde principios de abril debido a la inseguridad y la violencia en la región de los Kasai, informó hoy la agencia de la ONU para los refugiados (Acnur).

En una rueda de prensa, el portavoz de Acnur Andrej Mahecic señaló que un flujo continuado de refugiados sigue cruzando a Dundo, capital de la provincia norteña de Luanda.

Solo en los últimos días más de 3.000 personas llegaron allí, indicó el portavoz.

El Ejército angoleño transporta a los refugiados recién llegados, entre los que hay personas gravemente heridas y con quemaduras, desde puntos fronterizos a dos centros de recepción en Cacanda y Moussunge o a un hospital local.

Ese hospital ya atiende a unas 70 personas con heridas graves y quemaduras, dijo el portavoz.

Acnur indicó que los centros de recepción en Angola ya no tienen capacidad para acoger a todas las personas que llegan a diario, por lo que la agencia de la ONU asesora a las autoridades para identificar un lugar adecuado a unos 50 kilómetros de la frontera, para reubicar a los refugiados desde instalaciones temporales.

Igualmente proporciona alimentos y material de primera necesidad a los congoleños recién llegados a Angola y levanta tiendas de campaña y distribuye lonas de plástico a los más vulnerables.

Hasta el momento Acnur y sus socios han podido registrar 11.000 refugiados, de los que el 70 % son mujeres y niños.

Acnur y Unicef responden además a un cada vez mayor número de menores no acompañados y separados de sus padres que requieren atención inmediata.

Para poder seguir atendiendo a los congoleños que huyen a Angola, Acnur pide 6,5 millones de dólares.

Una ola de violencia a gran escala estalló en julio pasado en la provincia de Kasai Central y se expandió a las vecinas Kasai y Kasai Oriental, cuando el Gobierno no reconoció la autoridad del líder de la región, Kamuina Nsapu.

En agosto, Kamuina Nsapu murió a manos del Ejército y, ante la negativa de devolver el cuerpo de su líder, sus seguidores comenzaron a atacar a civiles, militares e instituciones estatales.

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