De regreso a Mauritania
Canarias 7, 27-03-2006
Enviada Especial / Nuadibú
El primer grupo de 65 irregulares devueltos a Mauritania desde Canarias llegó ayer a las dos de la tarde al aeropuerto de Nuadibú en un avión de Air Europa. En contra de lo previsto, fueron trasladados directamente a Nuackchot como paso previo a su envío a Senegal y Mali, sin pasar por el centro de acogida cedido por España.
Las furgonetas en las que la policía mauritana recogió a los sin papeles a pie de pista realizaron una breve parada en la comisaría de La Guaina donde, sin dejarlos salir, se les suministró agua y bocadillos para el trayecto hasta la capital. Otros 15 clandestinos allí retenidos se incorporaron a la caravana hacia el sur. Desde Nuakchot los senegaleses serán trasladados al puesto fronterizo de Roso, y los malienses a la localidad de Nema, para devolverlos a sus respectivos países.
Otros dos grupos de aproximadamente 50 personas cada uno llegarán a Nuadibú desde las Islas entre hoy y el miércoles – si se cumplen las siempre inciertas previsiones – , hasta devolver a los 170 irregulares que están a punto de completar los cuarenta días de retención máxima que establece la legislación española.
El secretismo con el que las autoridades mauritanas intentaron llevar a cabo la operación de traslado generó una enorme confusión, incluso entre las organizaciones humanitarias que prestan servicio en Nuadibú. El campamento de acogida levantado por el Ejército español, que el sábado fue entregado oficialmente a la policía y que supuestamente iba a garantizar una adecuada acogida a los inmigrantes devueltos desde España, seguía ayer vacío y con el paso cerrado.
Como se recordará, tres aviones del Ejército del Aire de España llegaron el pasado 21 de marzo al aeropuerto mauritano de Nuadibú con ayuda para construir un centro de acogida de inmigrantes.
Además del material humanitario se desplazaron a Mauritania 35 militares de Salamanca y también se trasladaron a la ciudad mauritana cinco miembros de la Agencia Española de Cooperación Internacional, según informó la agencia de noticias Efe.
Los aviones también trasladaron comida, tiendas de campaña, mesas, grupos electrógenos, un depósito de agua y útiles necesarios para equipar el centro de acogida y el colegio.
Ayer, unos operarios levantaban una alambrada sobre el muro que encierra las tiendas de campaña hasta los cuatro metros de altura, pese que el ejército español y la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI) habían rechazado su instalación para no convertir en una cárcel lo que debería ser un centro de acogida temporal.
«Una vez entregados los inmigrantes irregulares, las decisiones sobre qué hacer con ellos y las garantías de los derechos humanos son responsabilidad exclusiva de las autoridades mauritanas», explica el agregado del ministerio de Interior, Luis Mayandía.
Nadie parece saber con exactitud para qué va a ser utilizado el campamento erigido en la vieja Escuela Seis.
La policía mauritana, una vez que el Ejército español se ha ido y ha asumido la gestión de las instalaciones, ha cerrado de forma hermética toda fuente de información. Una posibilidad es que recalen allí los próximos grupos de inmigrantes devueltos desde Canarias, o que sea utilizado para aliviar la saturación de retenidos en las comisarías de Nuadibú.
Mientras tanto, la salida de cayucos no cesa. Los propios inmigrantes que pretenden saltar a Europa llevan la cuenta de las embarcaciones que han salido en los últimos días con compatriotas suyos a bordo: tres la noche del vienes y seis el sábado.
En relación con la llegada de pateras o cayucos a Canarias, el delegado del Gobierno en Canarias, José Segura, apuntó ayer, en una entrevista concedida a El Día, la posibilidad de que las últimas barquillas que arribaron a las costas del Archipiélago lo hicieran procedente de Senegal. Segura defendió la actitud del Gobierno central y subrayó que éste reaccionó con presteza ante la llegada masiva de inmigrantes irregulares.
El primer grupo de 65 irregulares devueltos a Mauritania desde Canarias llegó ayer a las dos de la tarde al aeropuerto de Nuadibú en un avión de Air Europa. En contra de lo previsto, fueron trasladados directamente a Nuackchot como paso previo a su envío a Senegal y Mali, sin pasar por el centro de acogida cedido por España.
Madrid aboga por colaborar
El Gobierno español sigue considerando que la solución al problema de la inmigración irregular, en especial de subsaharianos, pasa obligatoriamente por incrementar la colaboración con los países emisores. El delegado del Gobierno en Canarias, José Segura, así lo subrayó en una entrevista publicada ayer en el periódico tinerfeño El Día, en la que afirmó lo siguiente: «Hay que seguir incrementando la colaboración con los países de África occidental con salida al mar». Respecto al trato a los inmigrantes, hizo hincapié en que «son seres vivos que no podemos tratar como chatarra».
CEAR insiste en los derechos
La Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) recuerda en su página web (www.cear.es) que «las devoluciones que desde España se pudieran realizar de ciudadanos subsaharianos en aplicación del Acuerdo de Inmigración con Mauritania, habrán de cumplir la legalidad vigente y en especial lo previsto en el articulo 3 del Convenio Europeo de Derechos Humanos y el Protocolo adicional III a dicho Convenio, instrumentos que establecen que nadie puede ser devuelto a un tercer país donde corra riesgo de ser sometido a tratos inhumanos, crueles o degradantes».
el llanto de unos hombres que creían viajar a madrid
(Foto: canarias7)AMPLIAR
n Los rostros de los inmigrantes que ayer fueron devueltos a Nuadibú después de haber tocado su sueño con las manos componían la estampa misma de la desolación. Nadie les comunicó que iban a ser repatriados. Cuando los subieron a un avión, pensaron que lo habían logrado, que los iban a soltar en la Península como sabían que habían hecho antes con otros sin papeles’ Al verse de nuevo en África, en punto de partida, les invadió la desesperación. «Pensamos que nos llevaban a Madrid», explicó uno de ellos con un hilo de voz a través un ventanuco de la destartalada furgoneta, durante la parada de avituallamiento en la comisaría de La Guaina. «Estoy muy triste, muy, muy triste», acertaba apenas a decir; «esto es demasiado duro». Otros no quisieron hablar y mantenían la mirada en el vacío. El contacto con los inmigrantes devueltos fue complicado porque en ningún momento los dejaron bajar de los vehículos, pero a las preguntas de la prensa extranjera aseguraron que se sintieron bien tratados en Canarias, aunque no saben que va a ser de sus vidas a partir de ahora. «Vendí todo lo que tenía para pagar mi parte del viaje a Canarias», contó un jovencísimo senegalés, «ya no puedo volver a mi pueblo». Se jugó la vida en el Atlántico en una barquilla inestable, sobrevivió a siete días de infernal travesía hasta llegar a la deseada Europa y sólo ayer rompió a llorar tapándose la cara con las manos.
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