Con la cabeza en otra parte
La integración sociológica sí puede conseguirse a través del estilo de vida, pero la mentalidad va por otro lado
La Vanguardia, 27-03-2006Todas las miradas convergen hacia la pantalla de televisión del bar. Los parroquianos, marroquíes y argelinos, no están viendo un partido de fútbol, como cabría esperar. Son las noticias de la cadena por satélite qatarí Al Yazira. Es una escena vista hace un tiempo en un bar de la Ribera, en Barcelona. El bar podría ser uno cualquiera de los barrios en los que se concentra población inmigrada en las ciudades europeas. En el café Tout va bien, del barrio de la Reynerie, en Toulouse, uno de los más agitados con la quema de coches el otoño pasado, los clientes iban más allá. “Yo – terciaba un vecino nacido en Argelia – prefiero Al Arabiya”, la cadena saudí.
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“Mientras exista Al Yazira no habrá integración ideológica de los inmigrantes árabes musulmanes en Europa”, afirma convencido Abdallah Rami, investigador de Ciencia Política de la Universidad Hasan II de Casablanca. “Hay diferencia entre la integración social, que sí puede producirse, y la ideológica”, añade cuando se entera que en España hay hijas de marroquíes que llevan pantalones ajustados que dejan entrever el tanga. La prueba de fuego será cuando el número de esas chicas educadas en España que quieran casarse con hombres no musulmanes dejen de ser minoría y se rompa la tradición.
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“Al Yazira – añade Rami – es el canal por el que se está transmitiendo la ideología islamista. Desde el 11 – S, Al Yazira está creando un fenómeno de incitación a la lucha que preconizan los yihadistas”.Son numerosos los jóvenes europeos que están combatiendo en Iraq y varios los que se han inmolado en atentados suicidas, como la kamikaze Muriel Degauque, una belga de 36 años casada con un terrorista marroquí.
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Al Yazira, que anuncia desde Qatar sus programas según el horario de “la sagrada Meca”, denuncia una y otra vez las imágenes de la opresión israelí en Palestina y que la comunidad internacional no mueva un dedo para hacer cumplir las resoluciones de la ONU que exigen su retirada de los territorios ocupados. La cadena qatarí también arremete contra los ataques a Afganistán, la ocupación de Iraq y las violaciones de los derechos humanos por parte de la coalición liderada por Estados Unidos.
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Los debates entorno a estas cuestiones también se suceden casi a diario. Y los programas de contenido religioso dedicados casi exclusivamente al islam, como olvidando que también hay árabes cristianos, aunque sean una minoría cada vez más exigua.
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La autocrítica de los ciuadadanos árabes, de los musulmanes, brilla por su ausencia.
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“Mientras exista Al Yazira la integración ideológica de los musulmanes árabes en Occidente es imposible. Antes salían más; ahora van a casa a ver Al Yazira. Los musulmanes son contradictorios. Beben, salen con chicas, pero piensan que la democracia es algo de los kufar”(infieles). Según Rami, el radicalismo tiene más posibilidades de avanzar en Europa que en los países árabes, entre otras cosas porque los predicadores ambulantes – algunos de los cuales visitan Catalunya – se aprovechan del sistema de libertades de los regímenes democráticos.
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La situación es muy diferente según los países; sobre todo dependiendo del momento en que se produjo la inmigración. En Francia, Bélgica o los Países Bajos, han nacido ya los nietos de los inmigrantes del Magreb, algo que sólo en una proporción muy baja está ocurriendo en España, donde la inmigración de magrebíes en gran número es muy reciente.
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La generación de los inmigrantes suele hablar el idioma del país y vestir al estilo occidental. Es la que se introdujo en la nueva sociedad y ahora ve que ésta rechaza a sus hijos. Esos hijos, que viven a la occidental, son los que se revuelven y se dejan crecer la barba islamista. Y ellas se ponen el velo, en parte porque está de moda y se ven favorecidas.
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Los llegados estos últimos años pueden permitirse el lujo de no hablar más que el árabe dialectal. Como en la Reynerie, en Toulouse. O en el Raval, en Barcelona; o en Fondo, en Santa Coloma. En un documental presentado recientemente en Barcelona – Un dia al Raval – ,un marroquí decía que en ese barrio tenía la sensación de que aún se encontraba en su país.
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La concentración de personas del mismo origen en áreas determinadas de un barrio favorece el repliegue hacia su propia comunidad y la desconexión del resto. Se da el caso de que, de grupos de hermanos que llevan más de una década viviendo en Catalunya, los mayores se han casado con catalanas mientras que los más jóvenes van a Marruecos a buscar esposa.
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Para algunos marroquíes sentir que el barrio es más suyo que de ningún otro, unido a la influencia que tienen los mensajes de Bin Laden, que llama a recuperar Al Andalus, les ha dado la fuerza ideológica de la que habla el politólogo Rami para espetar a la vecina, inmigrada desde Andalucía antes que él: “Esto era nuestro y os lo vamos a quitar”.
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