La inmigración también escoge
VOLVER A CASA
> Un tercio de los inmigrantes que han llegado a España desea regresar a su país en el futuro
La Vanguardia,
26-03-2006
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En Madrid, donde los extranjeros representan ya un 15% de la población, más de la mitad de los inmigrantes llegan de América Latina y hablan la misma lengua. Tampoco las diferencias en cuanto a religión son tantas, pues la mayoría proceden de culturas influidas por el catolicismo, aunque curiosamente a partir de su instalación aquí se han expandido otras religiones, como la evangélica. Menos de la mitad de la población inmigrante no conocía el castellano al llegar y menos de un 20% es de origen musulmán. Los marroquíes son el cuarto colectivo más numeroso y equivalen tan sólo a un 8,8% del total. La presencia de subsaharianos y asiáticos es muy baja, mientras que ha crecido espectacularmente el número de personas procedentes de Europa del Este.
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En cambio, en Catalunya la comunidad marroquí es la más numerosa y representa un 20% del total. Si se suman los pakistaníes, los gambianos y los senegaleses, que se hallan entre los dieciséis colectivos más representados, los musulmanes representan un tercio de la población inmigrante. El rápido crecimiento numérico de esa población de origen musulmán y la presencia ya de más de 140 oratorios favorece además su visibilidad social. La presencia de ciudadanos del sur y el este asiáticos (pakistaníes, indios, chinos) en Catalunya casi dobla la de Madrid, mientras que la situación se invierte entre los originarios de países del Este, como Rumanía o Bulgaria. Al margen de que el 100% de los inmigrantes llega a Catalunya sin conocimiento del catalán, sólo un 38% habla castellano. En conjunto, un panorama bastante diferente al que presenta la inmigración en la Comunidad de Madrid.
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Según la secretaria de Immigració de la Generalitat, Adela Ros, “Catalunya ha recibido en cinco años medio millón de personas, y esto es una oportunidad única para un país pequeño, para que estos nuevos habitantes puedan conocer el país, su lengua y su cultura, por eso hay que verlo en clave de oportunidad”. Pero también implica una necesidad de invertir en aulas de acogida, en cursos de formación, en traductores y mediadores.
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Nadie quiere reconocer que la integración se presenta más difícil en Catalunya, pero sería aventurado hablar de que es más problemática. Jordi Moreras, consultor y autor de un reciente estudio sobre la inmigración y los imanes, reconoce que los atentados del 11 – S y del 11 – M han reforzado la estigmatización hacia el islam. “El discurso que da prioridad a la seguridad ha reemplazado los argumentos que planteaban la integración de estos colectivos”, señala Moreras. Pero en las escuelas, verdadero epicentro de la integración, los profesores no perciben apenas diferencias entre los distintos colectivos. El desconocimiento del idioma es una barrera inicial, pero una vez superada el factor clave pasa a ser el barrio. Vivir en determinadas zonas del área metropolitana de Madrid o de Barcelona es un freno a la integración más relevante que la religión, que al fin y al cabo, excepto para una minoría muy practicante, queda en un ámbito muy privado. La integración del colectivo chino en los alrededores de la calle Trafalgar de Barcelona o en el barrio del Fondo de Santa Coloma de Gramenet o de los ecuatorianos en determinados bloques del extrarradio madrileño puede resultar más difícil que la de los senegaleses en el Maresme.
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Según un estudio encargado por el Observatorio Permanente de la Inmigración, un tercio de los inmigrantes piensa volver más pronto o más tarde a su país de origen. Pero en Catalunya son más los que piensan quedarse que los que piensan retornar, al revés de lo que ocurre en Madrid y en la Comunidad Valenciana. También es verdad que el deseo de retorno es más alto entre quienes llevan poco tiempo en España. Como dato relevante, también un 41% de los inmigrantes tiene planes para traer a España a algún familiar en el transcurso del próximo año.
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El verdadero efecto llamada para los inmigrantes es el alto volumen de creación de empleo. La tasa de ocupación de las mujeres inmigrantes en la Comunidad de Madrid es del 76%, 18 puntos más que las mujeres españo –
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las en esa misma comunidad y 30 puntos por encima de la media de toda España.
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Tanto en Madrid como en Catalunya, la balanza entre hombres y mujeres está equilibrada, mientras que en zonas rurales o donde el empleo se concentra en la construcción hay un predominio masculino.
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Las labores que los inmigrantes desempeñaban en su país de origen condicionan en parte su futuro destino en España. Existe cierta especialización entre nacionalidades, de modo que en líneas generales los marroquíes y subsaharianos son trabajadores agrícolas, lo que explica también su menor presencia en Madrid; los rumanos o ucranianos son obreros industriales, mientras que los ecuatorianos trabajan en el sector terciario. Las mujeres filipinas, dominicanas y en general latinoamericanas han copado las labores domésticas, un sector donde las africanas están más relegadas.
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En Catalunya, la mayor diversidad territorial explica también la presencia de población subsahariana en áreas agrícolas de la Selva, el Maresme o el Pla de l´Estany, o la de colectivos como el de Ucrania en la Segarra o de Rumanía en la Terra Alta, el Montsià y las Garrigues.
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Pero el boca a boca es a veces más decisivo que la especialización laboral. ¿Cómo se explica que la mitad de los pakistaníes de toda España esté en el área metropolitana de Barcelona y los gambianos especialmente en las comarcas de Girona? Quizás por la sencilla razón de que cualquiera tiene un móvil para llamar a su amigo y pariente y decirle que vale la pena buscar una oportunidad de futuro en Europa, ya sea en Madrid o en Barcelona.
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