Testimonio: “Estoy nervioso porque no sé nadar”

Es un nombre figurado, pero su testimonio, antes de salir de Nuadibú en cayuco, es real y sorprendente

Las Provincias, 25-03-2006

LLa crisis de las vallas de Melilla y Ceuta intentó cerrarse el pasado otoño con la repatriación de varios miles de subsaharianos desde Marruecos a sus países de origen y con el incremento de las medidas de seguridad entre el Reino alauí y España. Pero algunos, unas cuantas decenas, no tardaron en regresar y llevan ya meses de nuevo en los bosques que rodean las verjas de las ciudades autónomas.


Otros muchos inmigrantes –según los testimonios recogidos, la mayoría de los que fueron devueltos lo intentan de nuevo– prefieren probar suerte por rutas distintas al considerar los perímetros fronterizos de las dos ciudades españolas demasiado vigilados.


Algunos grupos de malienses y senegaleses que fueron repatriados desde los alrededores de Ceuta y Melilla se han establecido en Mauritania con la intención de encontrar plaza en los cayucos. Algunos de ellos ya han logrado alcanzar las costas de Canarias entre el pasaje de las embarcaciones llegadas a las islas en los últimos días, según ha confirmado la organización SOS Racismo.


Mamadou (nombre figurado) se puso en contacto con esta ONG cuando apuraba sus últimas horas en el hervidero de subsaharianos prestos para zarpar en que se ha convertido Nuadibú. “Estoy nervioso, espero salir ya. Muy nervioso porque no sé nadar. Pienso en mis padres, en mi familia, también en la gente del bosque, los cadáveres que vi en las vallas”.


Poco después de contar a través del teléfono móvil cómo se encontraba, “Esta vía (la mauritana) ya se utilizó en el año 2001, después quedó cerrada. Era muy peligrosa, así que buscamos el camino de Argelia”, explica Mamadou, que llegó a Marruecos a través de territorio argelino y se estableció en 2003 en el bosque de Beliones, junto a Ceuta.


“En Marrruecos no puedes estar en las ciudades. Tampoco hay trabajo, no es como en Argelia. En Marruecos un negro no trabaja. Así que estábamos en el bosque, la vida era muy dura pero teníamos unos leyas que nos permitían equilibrarnos y había mucha solidaridad. La gente pasaba poco a poco a Ceuta, así que esperabas tu oportunidad”. El testimonio de este senegalés puede servir de ejemplo para comprobar cómo el aumento de la seguridad no achanta a los desesperados.

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