«Con el papa Francisco la Iglesia ha ido desenterrando valores que se habían oscurecido»

Diario Sur, ANTONIO MORENO , 12-03-2017

Mañana lunes se cumplen cuatro años de Pontificado de Francisco. En este tiempo, el Papa que vino «casi del fin del mundo» no ha dejado a nadie indiferente. Despierta tantas filias como fobias y mantiene firme el pulso en el timón de la barca de San Pedro. Malagueños de distintos ámbitos explican cómo ha influido en sus vidas esta revolución de la ternura que él lidera.

«Destacaría del papa Francisco su cercanía, su afectividad y su empatía». Son palabras de Cristina Coín, funcionaria y madre de familia numerosa especial. «Es realmente admirable el esfuerzo que hace continuamente para acercarse a todos – continúa – , especialmente a los más necesitados en cada momento. Ese afán de querer al prójimo, acompañado por su sencillez e interés en hacerse entender, con sus giros argentinos, pero intentando que sus mensajes puedan ser fácilmente comprendidos, es lo que más me ha influido sin ninguna duda».

Para Francisco Aurioles, párroco de Almogía, la figura del papa Francisco ha supuesto «un revulsivo ante la persona de Jesucristo. En su primera Misa como Pontífice, en la Sixtina, marcó el rumbo: anunciar a Cristo crucificado. Jesús Buen Pastor es mi principio y fundamento como cristiano y como presbítero. El testimonio de Francisco hace que me cuestione: ¿qué he hecho por Cristo? ¿Qué hago por Cristo? ¿Qué estoy dispuesto a hacer por Cristo?, ante esta pregunta tan ignaciana, la respuesta la encuentro en los Ejercicios Espirituales: ‘en todo amar y servir’».

La hermanita Martina, de la congregación de las Hermanitas de Foucauld, destaca la actitud del papa Bergoglio: «no nos aconseja, sino que nos convoca, juntos. Vivo en comunidad en la Palmilla; Evangelio y adoración eucarística son centrales en mi vida; voy a la cárcel a ayudar a los presos, etc. ¿Y qué? Somos muchos cristianos comprometidos en los «márgenes» de la sociedad desde hace años… El peligro sería vivirlo en nuestro nombre o en el nombre de nuestros grupos. La llamada del Papa nos quita esa pretensión. Somos hoy una Iglesia convocada a salir al encuentro del Esposo. Él nos espera en el Evangelio, en la Eucaristía y en los demás. Salimos hoy juntos».

Para el canónigo de la Catedral Francisco García Mota, «con el papa Francisco la Iglesia no ha cambiado nada sino que ha ido desenterrando valores que, con el paso del tiempo, se habían oscurecido; los ha ido poniendo en valor. Un nuevo viento ha entrado en la Iglesia, que ha ido limpiando y abrillantando esos valores. El Papa parte de un principio evangélico fundamental: La misericordia de Dios, que obliga al creyente a ser misericordioso. Su cercanía, en especial a los más pobres, ha despertado muchas conciencias. Bendito sea Dios que nos ha regalado al papa Francisco».

Rafael Castillo se prepara para ser cura en el Seminario Diocesano. Para él fueron decisivas las palabras que Francisco dirigió a los jóvenes en la vigilia de la Jornada Mundial de la Juventud pasada y que decían: «Hay que animarse a cambiar el sofá por un par de zapatos que te ayuden a caminar por caminos nunca soñados». «A mí me ayudaron especialmente – señala – . ¿Cuál era mi ‘sofá’? Pues mi plan de futuro; los esquemas que me había ido montando a lo largo de los años y que tan perfectos me parecían, aquello que me hacía vivir un cristianismo sedentario, que no implicase mi vida. En el Papa pude ver un ejemplo de pastor, un hombre que se entrega a su rebaño, que sabe tener una sonrisa y un gesto para su pueblo. Así que me animé, y entré en el Seminario Mayor de Málaga. Y aunque muchas veces me resulte difícil, y esté todavía discerniendo si es esto lo que Dios quiere para mí, aquí estoy, con los zapatos puestos para seguir caminando junto a Jesús».

Para Ángeles Mira, feligresa de la parroquia de San Juan, una de las frases del papa que más le ha marcado es esta que tuiteó recientemente: «El otro es mi hermano, más allá de cualquier barrera de nacionalidad, de extracción social o de religión». «¡Y es que es así! – exclama Ángeles – : vemos al inmigrante, al refugiado como si estuvieran muy lejos pero ¡están muy cerca! O, mejor, ¡Deberíamos tenerlos tan cerca…! El papa nos implica en la tarea del Evangelio. Si soy sincera, con él me siento más alegre».

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