¿Quedarse en casa y exponerse a graves peligros o lanzarse a un periplo de final incierto y, a menudo, plagado de penalidades? A veces las personas tienen que analizar esta balanza de horrores para sopesar cuál es la mejor opción. O, más bien, la menos mala. Para muchos, proteger su vida y, sobre todo, la de sus hijos, pesa más que nada… y por eso dejan su tierra y se embarcan en un viaje lleno de incógnitas. Es la realidad de los refugiados que llegan al País Vasco. Según los últimos datos de CEAR Euskadi, 163 personas pidieron este tipo de protección en 2015 y la tendencia va en aumento, ya que en los cinco primeros meses del año pasado ya se había rebasado el centenar. Muchos van dando tumbos de país en país y acaban varados en algún punto de su odisea en unas condiciones lamentables.

Es lo que ha ocurrido a las dos familias kurdas procedentes de Irak que el pasado jueves fueron localizadas en el interior de un remolque frigorífico en Elorrio. Los tres adultos, que iban acompañados de cuatro niños uno de ellos, un bebé de año y medio, intentaban llegar a Reino Unido. Estaban escondidos y con signos de hipotermia, una situación angustiosa, pero quizá menos que sentirse a merced de los bombardeos del Estado Islámico. Ahora, ya a salvo en un piso municipal de Durango, han anunciado su decisión de pedir asilo. De este modo, emprenden otro viaje, el burocrático, que tampoco es un camino de rosas: cerca del 70% de las solicitudes son rechazadas. Aunque ellos, por venir de un lugar devastado por un conflicto bélico, lo tienen más fácil. Estas son algunas de las claves del proceso.
¿Quién puede acogerse al estatus de refugiado?
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El asilo o protección internacional establece las condiciones que se deben cumplir para recibir este tipo de protección. Pueden solicitar asilo quienes sufren persecución por raza, religión, opinión política, nacionalidad o pertenencia a un grupo social. Y en España se ha explicitado que quienes temen ser perseguidos por motivos de orientación sexual o por su género también están incluidos. «Aunque no cumplan estos requisitos, para quienes no tuvieran cabida en esta definición existe también una protección subsidiaria si su vuelta al país pudiera suponerles sufrir daños recogidos como graves condenas a muerte, ejecuciones, torturas o riesgos para su integridad física o si hubiera, por ejemplo, una situación de violencia indiscriminada contra la población civil a causa de un conflicto», explica Javier Canivell, responsable del servicio jurídico de CEAR Euskadi.
¿Cómo demuestran que cumplen los requisitos?
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La prueba de la persecución es uno de los elementos más complicados para quienes la sufren. No obstante, los solicitantes suelen presentar certificados de militancia en partidos políticos, partes médicos de haber sufrido lesiones, documentos de amenazas expresas, informes de organizaciones, documentos periodísticos u otras pruebas que acrediten persecución o daños a personas en su misma situación. Cuando hay un conflicto bélico, con llamamientos internacionales de entidades como ACNUR, es más fácil, porque es de conocimiento general la situación del país.
¿Qué perfil tienen las personas que piden asilo en Euskadi?
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Es un colectivo heterogéneo. Hay desde titulados superiores hasta personas casi analfabetas. Por eso, muchos no saben ni que tienen derecho a pedir asilo, por lo que necesitan asesoramiento. Su procedencia es también muy dispar. Los vaivenes de los conflictos internacionales hacen que cambie continuamente el perfil. En 2015, por ejemplo, el grupo más numeroso era el de ucranianos, casi todos hombres jóvenes que huían del reclutamiento forzoso y, por tanto, de la guerra. El año pasado, sin embargo, las peticiones de asilo de ciudadanos venezolanos ocupaban el primer lugar, seguidos de los ucranianos y los sirios. «Pero hay afganos, israelíes, hondureños, eritreos… muchas nacionalidades», añade Canivell.
¿Cómo se tramitan las solicitudes de asilo?
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Lo hacen las brigadas de extranjería de las distintas provincias, aunque también se pueden hacer en las fronteras y los CIES Centros de Internamiento de Extranjeros. De ahí se pasa el expediente a la Oficina de Asilo y Refugio, dependiente del Ministerio de Interior. En dicha oficina se emite un informe de la situación, una comisión interministerial que se reúne mensualmente formula una propuesta de resolución y, finalmente, es el ministro de Interior quien da luz verde a la petición de asilo o la rechaza.
¿Se deniegan muchas peticiones de asilo?
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Cerca del 70%. «El nivel de protección que tenemos en España es muy bajo, sobre todo comparado con otros países del entorno», lamenta Canivell. No obstante, la mayoría de las personas refugiadas encuentran protección en los países próximos al suyo. «No es cierto que vengan todas a Europa. Aquí llegan a la desesperada, arriesgando su vida y la de sus hijos, como los de Durango. La respuesta que se está dando desde Europa, sin visados, con vallas, sistemas de vigilancia… son cada vez más acusadas y producen numerosas muertes, como sucede en el Mediterráneo. Por ello, desde CEAR Euskadi venimos reclamando vías legales y seguras que permitan a las personas perseguidas encontrar refugio sin que tengan que arriesgar su vida», indica Canivell.
¿Cuánto puede tardar el Ministerio de Interior en reconocer un asilo?
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«A veces es cuestión de meses… o de años. Hemos visto casos de hasta cinco años de espera, con toda la incertidumbre que ello genera en las personas», reprocha Canivell.
¿Qué le garantiza a una persona el estatus de refugiado?
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Principalmente, la no devolución a su país, que es lo fundamental. Pero también el acceso a una documentación, a reagruparse con su familia y el acceso a la nacionalidad, que puede tardar años. También lleva aparejados unas serie de derechos sociales.