«¿Pueden los inmigrantes sustituir a los hijos que no tenemos?» Con esta pregunta tan cruda inició ayer su charla Claudia Finotelli, investigadora y profesora de Sociología de la Complutense, en las ‘Jornadas sobre retos económicos y sociales de la población española’ que organiza la Fundación Unicaja en Málaga. La experta analizó la evolución de la inmigración en España en las dos últimas décadas, empezando por la «década prodigiosa» (1998 – 2008, en la que el país recibió a una cantidad de trabajadores extranjeros sin precedentes) y continuando por la crisis. Y concluyó que la inmigración «sólo es una solución parcial» ante la caída de la natalidad. «La llegada de inmigrantes puede ralentizar el ritmo de envejecimiento pero no frenarlo».

Finotelli abogó por combinar políticas natalistas, un cambio del modelo productivo y unas políticas de inmigración más inteligentes, que primen «la atracción y selección del capital humano». En concreto, habló de conectar mejor la oferta y la demanda de empleo y de la posibilidad de crear «un visado de búsqueda de trabajo», como en Alemania. «Necesitamos personas jóvenes, formadas, capaces de adaptarse a los cambios de ciclo», afirmó, por lo que aconsejó facilitar la homologación de títulos y promover la llegada de estudiantes extranjeros para que después se queden a trabajar.