Wilders: «Desislamizaré Holanda»

El ultraderechista lanza su campaña electoral arremetiendo contra «la escoria marroquí»

El Mundo, IMANE RACHIDI ROTTERDAM (HOLANDA), 19-02-2017

El ultraderechista holandés Geert
Wilders ha dado el pistoletazo de
salida de su campaña electoral bajo
la promesa de «desislamizar» los
Países Bajos y hacerse cargo de «la
escoria marroquí que impone la inseguridad
en las calles». El actual
sistema «no se toma en serio» el
problema, cree. Lo dijo el mismo
día que una mezquita y varias casas
del sur del país amanecieron
con pintadas de «Que le jodan a
Alá» y «Que le jodan al ISIS». Todo
mientras Holanda, un país que
siempre se ha presentado como tolerante
y multicultural, se prepara
para las elecciones del 15 de marzo,
en medio del ascenso mundial
del populismo y las consignas contra
el islam.
Wilders, dirigente del Partido de
la Libertad (PVV), tiene tres semanas
para persuadir a los holandeses
de que le voten: promete poner
fin a la «islamización», encargarse
de la «delincuencia marroquí» y
decir adiós a la Unión Europea,
madre de todos los males económicos
y sociales que le ocurren a los
Países Bajos, en su visión. Esos
fueron los tres puntos del político
en su primer día de campaña electoral.
Recoge su programa en un
folio donde alerta del principal problema
que tiene el país: «Los marroquíes
». Un colectivo que representa
a poco más del 2% de una
población de 18 millones de holandeses.
Muchos informes relacionan a
jóvenes marroquíes con la delincuencia
y el abandono escolar,
aunque por otro lado abundan ciudadanos
de origen magrebí integrados
en la sociedad, que incluso
ocupan cargos de importancia, como
Ahmed Marcouch, ex jefe de la
policía de Ámsterdam y diputado
laborista, o la actual presidenta del
Parlamento, Khadija Arib, ambos
holandeses nacidos en Marruecos…
o Ahmed Aboutaleb, alcalde
de Rotterdam desde 2009, nacido y
criado en Nador, y el primer «inmigrante
musulmán» que gobierna
una gran ciudad europea.
No obstante, Wilders considera
que hay que volver a «levantar» las
fronteras, convirtiendo Schengen
en papel mojado. «Tenemos que saber
a quién permitimos la entrada»,
advierte. Los holandeses deben «recuperar
el control» de los Países
Bajos, le susurra a sus seguidores
entre besos y selfies, con algunas
mujeres que incluso lo calificaban
de «estrella del pop». También tiene
palabras para las decenas de cámaras
internacionales que le persiguen
por las calles del mercadillo.
Hay casi más periodistas que holandeses
que han venido a mostrar
su apoyo al candidato.
La expectación es alta: no son
solo las primeras elecciones bajo la
sombra de Donald Trump, sino
que Wilders también es el primer
populista de Europa Occidental
que encabeza las encuestas de intención
de voto. Está por delante
del actual primer ministro, el liberal
Mark Rutte. Se calcula que el
PVV saltará de sus actuales 12 hasta
los 30 diputados, en un Parlamento
de 150 escaños tradicionalmente
muy fraccionado. No es suficiente
para gobernar: harán falta
acuerdos entre al menos cinco o
seis partidos, y sus rivales políticos
ya han dicho que no negociarán
con él. Pero Wilders se muestra
confiado: no pueden dejar de lado
al partido más votado, es «antidemocrático
», asegura.
El candidato repitió ayer su ya
habitual mensaje en Spijkenisse,
un barrio obrero y multicultural localizado
en Rotterdam, donde conviven
diferentes nacionalidades, todas
hartas de la delincuencia que
acompaña un barrio humilde y
marginado. Pero el político carga
contra los marroquíes en especial
y contra el islam en general: hace
pocos días prometió en una entrevista
cerrar todas las mezquitas,
que tildó de «templos nazis» y de
prohibir, al menos de forma simbólica,
el Corán, que compara con el
libro Mein Kampf de Hitler. No le
ha hecho cambiar de idea ni la
condena en diciembre de un tribunal
por insultar a los marroquíes e
incitar a la discriminación.
La fuerte presencia de agentes y
perros policiales añadió color al acto
de campaña: Wilders solo aparece
en público en compañía de sus
guardaespaldas, desde que en 2004
fuera asesinado el cineasta Theo
van Gogh, conocido por sus incendiarias
declaraciones contra el islam.
Si por él fuera, esto cambiará
tras el 15 de marzo, cuando el islam
quede desterrado y la inmigración
de musulmanes, prohibida. Y
solo quiere ser el primero, porque
los demás países, vaticina, tomarán
ejemplo. «El pueblo holandés tiene
su destino –y el de Europa– en sus
propias manos», afirma el candidato.
Enfrente, una quincena de manifestantes
le grita: «Racista» y
«Bienvenidos, refugiados».

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