El periodista sueco que ayudó a un refugiado es acusado de tráfico de personas
La Vanguardia, , 03-02-2017Apesar de las consecuencias, el periodista sueco Fredrik Önnevall no se arrepiente de la decisión que tomó en el 2014, cuando ayudó a un niño sirio a entrar en Suecia. Ahora, el reportero se enfrenta junto a otros dos miembros de su equipo a una posible pena de cárcel. El juicio se abrió la semana pasada y el fiscal les acusa de tráfico de personas. Pero ellos lo tienen claro, si volvieran al pasado, tomarían la misma decisión.
Önnevall, un cámara y una intérprete estaban realizando un documental para la SVT, la televisión pública sueca, sobre el drama de los refugiados. Habían viajado a Grecia para entrevistar a jóvenes que querían viajar al norte en busca de un futuro mejor. Entre ellos se hallaba Abed (el nombre es ficticio), de 15 años, que emigraba solo. Estaba aterrorizado, pues los traficantes le proponían saltar desde un puente sobre un camión en marcha que se dirigiera hacia algún país europeo.
De pronto, le suplicó: “Llévame contigo”. El periodista se quedó helado, no sabía qué responder. Le costó 15 minutos tomar la decisión. En su experiencia como reportero, estaba harto de ver sufrir a hombres, mujeres y niños y no poder hacer nada.
“Ya no se trataba de periodismo, sino de ver quién soy yo. Cuáles son mis valores y si realmente podría mirar atrás sabiendo que no había ayudado a un niño que estaba a punto de poner en riesgo su vida”, explica.
Ante tal dilema, se dejó guiar por su conciencia. Sus colegas estaban de acuerdo: había que ayudar a aquel pobre chaval, víctima de la guerra, que soñaba con reunirse con su primo en Suecia. Pero volar en avión habría sido imposible. Las autoridades nunca le habrían dejado embarcar. Así que el equipo canceló sus vuelos de regreso y lo preparó todo para acompañar al joven en su periplo por Europa.
Dividido en varios capítulos, el documental Fosterland lo recoge todo. Desde el momento en que Abed lanza su petición y Önnevall decide ayudarle hasta su llegada a Suecia, después de un largo viaje en coche, ferry y tren.
Grabado en la primavera del 2014, el documental fue emitido por la SVT en enero del 2015. El programa despertó gran entusiasmo y recibió incontables muestras de apoyo. Sin embargo, la policía no tardó en formalizar una acusación contra Önnevall y su equipo.
“Estoy convencido de que hicimos lo correcto, de que esto no es un crimen”, se defendió, tras declararse inocente ante el tribunal. Sus abogados argumentan que sólo actuaron como acompañantes del chico y que lo único que hicieron fue filmar su viaje de Grecia a Suecia. Insisten en que Abed había conseguido por sí mismo la documentación falsa. Episodio, por cierto, que también sale en el documental.
Además, rechazan que pueda considerarse tráfico de personas, puesto que los periodistas no recibieron dinero a cambio. “Fue un acto de humanidad, sólo querían ayudarme”, aseguró el propio Abed cuando fue llamado a declarar como testigo de la defensa. Pero la Fiscalía remarca que lo que se juzga no es la moralidad de los hechos, sino su legalidad.
El chico, que sigue en contacto con el periodista, ha podido rehacer su vida. No sólo se reunió con su primo y obtuvo el permiso de residencia, sino que, con el tiempo, ha logrado traer a Suecia a sus padres y dos hermanos.
La familia se siente afortunada. Fue una de las miles que tuvieron la suerte de entrar en Suecia antes de que, hace justo un año, el país impusiera controles fronterizos y endureciera drásticamente las reglas de asilo. La política de puertas abiertas practicada en los años anteriores había hecho que Suecia se convirtiera en el paraíso para los refugiados. Entre el 2014 y el 2015 el número de solicitudes se doblaron, pasando de 80.000 a 160.000 en sólo un año.
Desde entonces, el clima se ha enrarecido. A las dificultades prácticas de acoger e integrar a tanta gente en tan poco tiempo, se suma el choque cultural y la mala conducta de algunos. Hace pocos días, la salvaje violación de una joven por varios demandantes de asilo, que lo grabaron y lo transmitieron en directo por Facebook, ha generado gran indignación.
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